Conmocionados todavía por lo sucedido en La Gomera y pendientes ahora de los incendios activos en León, Mallorca, Cáceres y otras provincias de España, resulta obligatorio pedir cordura y sensatez a nuestros políticos, empezando por el actual ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, que ha pretendido sacudirse la presión mediática y social con una simple comparecencia la pasada semana. En ella anunció un paquete de medidas, pero obvió entonar el mea culpa por los recortes en materia de prevención o la falta de previsión ante un verano que se avecinaba ya problemático hace muchos meses.
El ministro se olvidó también de hablar de la lucha contra el cambio climático o el levantamiento del bloqueo a energías renovables como la biomasa, que podrían resultar una ayuda fundamental en la reducción del riesgo de grandes incendios forestales.
Todo parece indicar que mientras continúen las altas temperaturas y perdure el fenómeno incendiario, fuertemente arraigado en nuestra sociedad, el peor verano desde 2005 puede seguir dándonos dolorosas sorpresas. Con el mismo número de incendios que en el último decenio, han ardido hasta la fecha 140.000 hectáreas (datos hasta el 12 de agosto), duplicándose la superficie arbolada afectada. Un desastre. Ojalá no haya que lamentar más víctimas. Desde esta entrada, Greenpeace España se solidariza con los familiares de las personas fallecidas y exige a las autoridades que pongan todos los medios a su alcance para que no se repitan las situaciones de falta de previsión y/o coordinación vividas en el Ampurdán o en La Gomera.
Es también el momento de exigir una nueva mirada hacia nuestros montes. La superficie forestal española, pese a ocupar más de la mitad del territorio nacional y cumplir un papel relevante en las funciones de suministrador de bienes y servicios, sigue marginada en la agenda política y en los presupuestos. El sector forestal, pese a ser un yacimiento de empleo y tener un gran potencial económico dentro de una futura economía verde, no cuenta con el apoyo institucional necesario para convertirse en un sector estratégico que combine la fijación de empleo y el equilibrio territorial con el mantenimiento de los servicios ecosistémicos en amplias regiones, afectadas hoy en día por la falta de alternativas económicas. Más trabajo, más gente, más valor del monte...significa a corto y medio plazo menos incendios.
En esta ocasión, el ministro Arias Cañete no necesita convencer a nadie, ya que existe un creciente consenso entre las organizaciones sectoriales, de profesionales forestales, de investigación y grupos conservacionistas sobre la necesidad de dar una mayor relevancia al medio forestal dentro de la economía española.
También los partidos políticos están de acuerdo: en mayo de 2011 se aprobó una moción en el Senado con el apoyo de todos los grupos parlamentarios que instaba al Gobierno a elaborar y propiciar una estrategia de mejora de la competitividad del sector forestal. En dicha moción se proponían, entre otras medidas: incentivar y apoyar Planes de Ordenación y Aprovechamiento de los Montes y sus Recursos Forestales que fomenten el mejor uso de los mismos, su ordenación, la agrupación de propietarios y cuantos objetivos sean necesarios para lograr un uso más sostenible de los montes; la promoción del uso de la madera como material de origen sostenible y reciclable; fomentar el apoyo a la certificación forestal como instrumento que garantice la gestión sostenible del monte de cara al consumidor contribuyendo con ello a la no degradación y destrucción de los bosques; fomentar el “vertido cero” de madera al vertedero; promover en los procesos de compra pública la compra verde para fomentar la utilización de productos de madera; etc.
Si la sociedad está de acuerdo y los partidos políticos también ¿a qué espera el Gobierno?
El sector forestal y las energías renovables son en potencia brotes verdes que podrían ayudar a salir de la crisis económica. Esperemos que el fuego y las decisiones políticas no se empeñen en teñirlas de negro. Necesitamos más política acompañada de presupuestos, y menos demagogia.
Miguel Ángel Soto (@NanquiSoto), responsable de campañas de Biodiversidad de Greenpeace