Sellado hoy mismo el pozo en el Golfo de México de BP, no acaba la batalla. De hecho empieza ahora. Tras casi 5.000 millones de galones de crudo vertido en el Golfo que nadie sabe dónde han acabado, tras haber utilizado casi 2 millones de galones de dispersantes químicos, la preocupación sobre como todo esto afectará a la vida submarina crece intensamente. El Arctic Sunrise de Greenpeace ya está de camino al Golfo y llegará en pocos días a la zona afectada para averiguar más sobre los impactos del mayor desastre ecológico de EEUU.
Sin embargo, nada es capaz de cambiar el modus operandi de las petroleras. Ni siquiera que toda la industria esté bajo la lupa de la atención pública ha impedido a una de las petroleras más poderosas, Exxon Mobil, pagar alrededor de un millón de dólares a organizaciones que se encargan de difundir el verbo escéptico. Un millón de dólares en un año para que no nos demos cuenta de que existe el cambio climático y de que no necesitamos librarnos de los combustibles fósiles por muchas más razones. Desde luego, en estos días de catástrofes petrolíferas, de incendios y temperaturas excepcionales en Rusia o tras el nuevo estudio de la Agencia Estatal de Meteorología les será más difícil argumentar.
Retomando el tema de BP, hace pocas semanas el jefe de la Asociación Americana de Profesores de Universidad acusó a la compañía de intentar comprar el silencio de los mejores científicos y académicos para ayudarle a ganar los más de 300 juicios al que se enfrenta tras el vertido del Golfo de México. BP declaró haber contratado a una docena de científicos nacionales y locales con experiencia sobre los recursos naturales del Golfo de México. La BBC llegó a ver una copia de los contratos que BP ofrecía a los científicos. Estos no podrían publicar las investigaciones que hacían para BP o hablar de los datos ahí contenidos por al menos tres años o, hasta que el Gobierno no diera su aprobación al plan de la compañía para la recuperación de la zona del Golfo de México.
Hasta los antiguos romanos lo sabían: Vulpes pilum mutat, non mores... (el zorro cambia el pelaje, no la costumbre...)
Sara Pizzinato, campaña de transporte y cambio climático