La empresa lucense López Pigueiras S.A., ubicada en Viveiro, está especializada en la fabricación de suelos de madera. Su producto estrella es el ipé, una madera muy cara.
Durante el año 2014, esta empresa ha importado en varias ocasiones madera tropical desde Santarem procedente del estado de Pará (Brasil), fundamentalmente ipé. Varias de estas operaciones de importación proceden de dos empresas exportadoras brasileñas (J.E.J. Comércio e Exportraçao de Madeira Ltda. y Ipezai Comércio de Madeiras Ltda.) que, a su vez, compran madera a dos aserraderos vinculados con el blanqueo de madera tropical procedente de la explotación forestal en zonas no autorizadas: Comercial de Madeiras Odani Ltda. y Sabugy Madeiras Ltda.
Greenpeace ha publicado hoy una investigación donde se nombra la empresa López Pigueiras y a otras empresas europeas. En esta investigación, llevada a cabo entre agosto y septiembre de 2014, los activistas de Greenpeace han colocado geolocalizadores en camiones de transporte de madera para documentar y probar sus movimientos entre zonas de selva que carecen de autorización de tala y estos aserraderos de Santarem.
Durante el día, los camiones madereros vacíos viajan hasta el interior de la selva. La cartografía e información oficial del Gobierno brasileño señalan que estas zonas frecuentadas por los camiones y sus infraestructuras (campamentos, caminos y áreas de almacenamiento) tienen la categoría de tierras públicas, donde la tala no está autorizada. Cuando cae la noche, estos camiones se desplazan hasta los aserraderos de Santarém.
Entre el 29 de agosto y 12 de septiembre de 2014, los geolocalizadores colocados en los camiones mostraron viajes regulares entre los campamentos madereros ilegales y tres aserraderos: Rainbow Trading Importación y Exportación Ltda., Comercial de Madeiras Odani Ltda. y Sabugy Madeiras Ltda. Estos aserraderos, a quién la empresa española López Pigueiras compra la madera, blanquean la madera utilizando documentación oficial obtenida de manera fraudulenta que permite su exportación regular.
Supuestamente, en España como en toda la UE existen leyes que prohíben la comercialización de madera ilegal. Pero el Gobierno español no está haciendo nada para frenar esta importación sin garantías. El caos y la corrupción en el sector forestal en Brasil está estimulada por la demanda internacional de especies valiosas como el Ipé, con la permisividad señalada de las autoridades de la Unión Europea.
Para suplir esta demanda de alto valor económico, los madereros tienen que explorar extensas zonas de selva tropical, degradando la selva y abriendo el camino a las actividades agroganaderas de los colonos. La explotación forestal es la antesala de la deforestación, y la demanda internacional de Ipé está acelerando este proceso. El ipé es la nueva caoba.
Como recordaba recientemente nuestro compañero Paulo Adario en las páginas del diario El País, se acumulan las malas noticias para la Amazonia brasileña: el Gobierno federal ha reconocido que la tasa anual de deforestación en la Amazonia brasileña ha vuelto a crecer en el último año y cuatro lideres indígenas peruanos fueron asesinados por defender los bosques, posiblemente por madereros brasileños dedicados a la tala ilegal en la desprotegida frontera entre los dos países.
Paulo Adario tiene mucha razón, la destrucción de la Amazonia es también un problema que nos afecta a todos. Yo añadiría que es un problema también de nuestros ayuntamientos, habituales consumidores de madera de ipé en suelos, puentes, pasarelas, parques, paseos marítimos, etc.
Todavía estamos esperando que algunos ayuntamientos den pasos para evitar esta complicidad.
¿Qué puedes hacer tú?
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