Los árboles cuentan la historia y los de Chernóbil tienen escrito en sus anillos de crecimiento el desastre nuclear de 1986. A partir de aquel día los pinos empezaron a tomar registros propios, y desde hace 15 años son evaluados por el profesor Mousseau de la Universidad de Carolina del Sur.
El 26 de abril de aquel año sobrevoló por Europa y Rusia, procedente de Ucrania, la radiación liberada a la atmósfera por la explosión del reactor nuclear de Chernóbil. Hoy por Ucrania, además de la herencia del accidente, sobrevuela un conflicto civil. Un conflicto que, además, ha provocado que se detengan los trabajos en la estructura de contención del reactor, que debían terminar en 2015, y es un trabajo crítico de la máxima prioridad incluso para Europa.
La crisis de Ucrania está destapando las debilidades de Europa, incluidas las energéticas. A medida que las sanciones contra Rusia han aumentado en el últimas semanas, Rusia ha amenazado con detener el suministro de gas a Ucrania, lo que supone alrededor del 30 % del gas de la UE. No parece ventajoso detener el suministro de gas a Europa, como dijo Angela Merkel, Rusia exportó gas a Europa, incluso durante el apogeo de la guerra fría.
Pero la dependencia de las importaciones son el argumento de la industria para hacer del defecto virtud y proponer sus sucias energías como solución. Pero los combustibles fósiles y la energía nuclear, como la de Chernóbil, nos metieron en este lío, y no nos van a sacar de él. En todos estos años, además, las nucleares han envejecido. El 44% de los reactores europeos tienen una antigüedad de más de 30 años y la ampliación de su vida representa un riesgo adicional en materia de seguridad.
Los árboles, los niños y niñas de ayer y de hoy en Ucrania no pueden evitar lo que pasó en Chernóbil, y además tienen que convivir con ello, pero hoy “Queremos paz, y queremos que sea verde”, este es el deseo y la misión de Greenpeace, y más que nunca pedimos paz y pedimos el fin de la energía nuclear para Ucrania.
¿Qué puedes hacer tú?
- Hazte socio/a para luchar por el fin de la energía nuclear y por una revolución energética 100% renovable.
Por Raquel Montón, responsable de la campaña Nuclear de Greenpeace
Imagen de Tim Mousseau