La Agencia Internacional de la Energía revisa periódicamente la política energética de cada país. Y esta semana le toca a España. Sus "hombres de negro" se reúnen en el Ministerio de Industria con los representantes del gobierno, empresas, organismos públicos, consumidores…. y con Greenpeace.
Pero esas comparecencias son a puerta cerrada y el Ministerio no está divulgando su contenido. ¿Por qué? ¿Qué críticas esperan recibir que no quieren que sepas?
Pues aquí resumimos lo que Greenpeace tiene que decir a la Agencia sobre la política energética del Gobierno español.
Lamentablemente, la mayoría de los puntos son negativos: España es el país europeo que más ha excedido los límites de emisiones del Protocolo de Kioto. Las emisiones dejaron de bajar por las subvenciones a la quema de carbón.
Antes de eso, las emisiones habían empezado a bajar, gracias al creciente uso de energías renovables, que en 2013 suministraron el 42% de la electricidad consumida en la Península. La alta penetración de las renovables en la red eléctrica, con porcentajes de eólica que han llegado a ser del 68,5% sin que se vaya la luz, demuestra que el sistema puede admitir mucha más energía renovable de la que se pensaba. Y todo ello con unos beneficios económicos y sociales muy superiores a los costes.
Pero aún así, el peso de las energías sucias sigue siendo demasiado alto: nuestra economía sigue dependiendo aún de los combustibles fósiles. España tiene una dependencia externa del 86% de la energía que utiliza, lo que nos cuesta más de 57.000 millones de euros al año.
Y esto no cambia porque el poder de la energía está concentrado de unas pocas grandes compañías, petroleras y eléctricas verticalmente integradas, que ejercen una desproporcionada influencia sobre la política del Gobierno, gracias entre otras cosas a las “puertas giratorias”.
Esas compañías invirtieron masivamente de centrales térmicas de gas, generando un grave problema de “sobrecapacidad”: centrales que no funcionan porque no se necesitan, pero que quieren que les paguemos.
Lejos de resolver el problema, el Gobierno lo está agravando con su reciente reforma energética, que lleva a la ruina a quienes invirtieron en renovables, que penaliza la eficiencia energética, que tiene bloqueado el autoconsumo y que deja escapar a la mejor herramienta de reducción de emisiones.
Además, el Gobierno se empeña en favorecer la búsqueda de más hidrocarburos y en alargar la vida de las nucleares envejecidas. Pero el mensaje de Greenpeace a la Agencia no es solo de denuncia, también es de esperanza, porque nuestros estudios han demostrado que un sistema energético sostenible es factible y mejor para todos. ¿Será eso lo que el Ministerio no quiere que sepas?