Durante la reforma de la Ley de Costas no se dijo nada sobre el cambio climático y sus efectos en el litoral. El Gobierno alertado por los mensajes de grupos ecologistas e instituciones científicas introdujo en el último trámite del Senado un artículo en la nueva Ley encaminado a afrontar con garantías la lucha contra los efectos del cambio climático en el litoral, con un régimen específico para los tramos del litoral que se encuentren en riesgo grave de regresión.
Y mientras, la nueva Ley da un plazo de dos años al Ministerio de Medio Ambiente para elaborar una estrategia para la adaptación de la costa a los efectos del cambio climático. Ya se pueden dar prisa en elaborar esta estrategia, porque, como estamos viendo, las supertormentas y superolas tienen pinta de esperar poco a la elaboración de este documento.
No aprovechar la reforma de una Ley del litoral para retranquear y reformar barbaridades urbanísticas en nuestro litoral es una gran oportunidad perdida para ahorrar millones de euros a las arcas públicas. Los recortes que sí se deben aplicar empiezan por el respeto a la naturaleza. Aceptar que en el litoral, la mar arrasa con todo, nos ahorraría mucho mucho dinero. Desgraciadamente no ha sido así.
Teniendo en cuenta que, además, a determinadas industrias, edificios y demás paseos marítimos se les ha concedido una prórroga de asentamiento en el litoral de 75 años más, también tendremos que esperar a que el temporal sea benevolente y no ataque de lleno a estas infraestructuras y se centre en costa bien conservada, con praderas de Posidonia o con cordones dunares capaces de amortiguar temporales virulentos. Y que por favor, el temporal no afecte a núcleos amnistiados pues aquí el legislador ha dispuesto que determinados municipios o la isla de Formentera sean tierra de nadie.
Hace tan solo dos semanas, tras los últimos temporales, el Consejo de Ministros adoptaba medidas urgentes para reparar los daños causados por el temporal en la costa cantábrica. En total 43,6 milllones de euros destinados a obras de emergencia (35 millones), restauración de marismas y rías (9 millones) y otras infraestructuras (600.000 euros). De nuevo, ayer la mar recuperaba el espacio que le pertenece, la costa.
¿Seguiremos tirando dinero por la borda? ¿volveremos a inyectar dinero público para recuperar infraestructuras que deberían haberse construido decenas de metros más atrás? ¿dispondrá el futuro reglamento de la Ley de Costas una batuta mágica para decirle a las olas por dónde pueden y no pueden entrar?
Pilar Marcos @PilarMarcos, responsable de la campaña de Costas de Greenpeace
Foto: Sebastián Losada
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