El sábado fueron los japoneses lo que dijeron NO a las nucleares, y es que, si lo pensamos en términos futbolísticos, fue la goleada del siglo JAPÓN 54 -ESPAÑA 0. Este es el marcador que refleja el número de reactores nucleares apagados por ambos países. 54 reactores nucleares apagados en 14 meses, y no ha pasado nada aunque los defensores de la energía nuclear anuncian la catástrofe, el desabastecimiento eléctrico y un sin fin de horrores, pero el único horror real por el momento que padecen y padecerán en Japón es el del desastre nuclear del año pasado.
Y la victoria está siendo muy difícil porque los árbitros están pitando en contra... el Gobierno japonés, y los organismos de seguridad nuclear llevan un año haciendo denodados esfuerzos por reiniciar alguno de los reactores, olvidándose de trabajar también en alternativas energéticas como el ahorro, la eficiencia y las renovables, y claro... en estas condiciones repetir el triunfo el año que viene no va ser fácil.
El domingo por la mañana fue en Villar de Cañas, un pequeño pueblo de 400 habitantes en Cuenca, donde mas de 600 personas marcharon contra el cementerio nuclear que quieren construir en esa localidad. Si bien la repercusión internacional no ha sido la misma, la participación fue enorme si lo vemos en el contexto en el que se desarrolló. Un pueblo casi secuestrado por su alcalde, y vigilado por multitud de efectivos policiales.
Y mientras en Francia, entre los muchos cambios que anunció el próximo presidente de la república, está la reducción de la nuclear para que antes de 2025 pase del 75% actual al 50%. A pesar de que sus promesas pudieran menguar, como poco cerrará, la más antigua del país, la de Fessenheim, y propone aumentar el peso de las renovables, que quiere desarrollar con créditos y subvenciones. Justo lo contrario que pretende hacer Rajoy en España. Vamos que aquí los campeonatos que podemos ganar son los de fútbol, en políticas energéticas nos vamos a quedar sin liga en la que jugar.
Raquel Montón (@raquelmonton) responsable de la campaña nuclear de Greenpeace