La posibilidad de que Gobierno y el PP lleguen a un Pacto Energético, cuyas negociaciones se anunciaron el 24 de junio, ha dado alas al lobby nuclear. Enseguida salió a la palestra el Foro Nuclear, reclamando la construcción de tres centrales nucleares. Y el pasado 7 de julio, el diario Cinco Días desveló la existencia de un supuesto estudio de la compañía eléctrica Unión Fenosa para la construcción de dos grupos nucleares de unos 1.000 megavatios (MW) cada uno, con una inversión de 4.000 millones de euros (M€) en el emplazamiento de la central nuclear de Zorita (Guadalajara), ya cerrada y en proceso de desmantelamiento.
Sin embargo, Gas Natural, el nuevo dueño de Unión Fenosa, ha mostrado su escepticismo ante este proyecto, argumentando que ahora no existe el contexto energético que había cuando se inició el análisis (hace más de tres años) y que se trata de un estudio preliminar que no tiene continuación. No es de extrañar, pues Gas Natural tiene buena parte de su potencia eléctrica funcionando muchas menos horas de lo que desearía, debido al actual exceso de capacidad de nuestro sistema eléctrico. En línea con lo anterior, hasta el Ministro de Industria, el pronuclear Miguel Sebastián, ha dicho públicamente que "difícilmente tendrían cabida nuevas centrales nucleares". Así pues, la noticia parece ser una fanfarronada más del lobby nuclear, dentro de su acostumbrada campaña de mentiras.
Pero dado que desde 1997 en España no hay moratoria nuclear, nada impide a las compañías eléctricas invertir su propio dinero y construir nuevas centrales nucleares. Quizá lo único que les frene es que saben perfectamente que la energía nuclear es muy cara y que ésta sólo ha sido capaz de sobrevivir en países como España o Francia, donde ha contado con fuertes subsidios estatales.
El fiasco de la central nuclear Olkiluoto-3, en construcción en Finlandia, es muy esclarecedor al respecto. En 2001, la empresa nuclear estatal francesa AREVA prometió terminarla en cuatro años, con un coste de 2.500 M€, y sin recurrir a subsidios de ningún tipo. Nueve años después, Olkiluoto-3, el buque insignia del tan publicitado “renacimiento” nuclear está haciendo aguas por todos lados: su construcción empezó en 2005, y debía pues terminarse en 2009, pero hoy se reconoce que como muy pronto lo estará en el 2013; ya se admite oficialmente que habrá sobrecostes multimillonarios (se asume que la cifra alcanzará los 5.500 M€), y se han detectado más de 2.000 problemas de seguridad. Sin duda, un clarificador ejemplo de lo caro y arriesgado que resulta invertir en este tipo de energía.
Carlos Bravo, Responsable de la campaña de Energía de Greenpeace