No es posible ser ecologista y madrileña y no conocer a Ladislao Martínez. Yo, además, tuve la suerte de trabajar con él en la Plataforma Antitérmicas Sureste Aire Limpio.
En esta plataforma estábamos muchos, pero el corazón y el cerebro era Ladis. Escucharlo era escuchar la lógica, era escuchar la razón. Con toda suavidad explicaba qué iba a significar para la comarca del Jarama una térmica o varias. Con toda suavidad desmontaba, una a una, todas las mentiras que las empresas promotoras contaban a los vecinos. Escucharlo hablar de energía, ver con qué cariño trataba a todos y gestionaba al grupo era un privilegio. Ladis era, además, una persona divertidísima: sus anécdotas, su manera de contarlas, de vivirlas hacían del viaje de vuelta de La Poveda una auténtica juerga. Ninguna térmica llegó a establecerse en la vega del Jarama.
Ladis luchó por lo que es de todas y todos toda su vida. Hay cientos de personas que podrán contar como yo que trabajaron con él, que lo escucharon, que disfrutaron de su inteligencia, de su convicción y de su fuerza porque siempre estaba defendiendo el medio ambiente, siempre estaba defendiéndonos.
Hoy estamos todos rotos. La noticia de la muerte de Ladis me ha cogido en el Arctic Sunrise. Voy hablando con compañeros y compañeras de Greenpeace que lo conocían, que lo habían disfrutado y la sombra de pena está en todos los ojos, en todas las voces. Hoy estamos todas rotas. Es normal, muy pocas veces en la vida se pierde a alguien como Ladis.
Pero no vamos a parar. Hoy lo vamos a llorar y siempre vamos a recordarlo, pero vamos a seguir luchando por ese mundo justo y verde que quería Ladis, por ese mundo justo y verde por el que luchan todos los ladis. Por ese mundo justo y verde que nos merecemos.
Hasta siempre, amigo.
Sonia Rubio Hernando, presidenta de Greenpeace España