Mirad esta foto, miradla bien. Es El Algarrobico, el primero de siete hoteles, iguales, monstruosos, ocupando la playa, vulnerando la Ley de Costas. ¿La Ley de Costas no sirve? Sin duda que sí, sin duda, sin la Ley de Costas en mano, este hotel estaba inaugurado y siete hermanos hubiesen crecido en el Cabo de Gata.
Pero, ¿por qué en otras playas, en otros acantilados, en otras dunas y marismas han crecido hoteles, industrias, puertos? Pues porque las administraciones públicas han ignorado la Ley, no la han aplicado.
Los que ahora se alzan como salvadores de propietarios de viviendas ilegales en la costa son, sin duda, los que hicieron víctimas a estos propietarios y empresarios. Son, sin duda, los que prefirieron el ladrillo y el hormigón, los que apostaron por la burbuja inmobiliaria, el pan para hoy y el hambre para mañana.
Hoy presentamos la Plataforma en Defensa de la Ley de Costas, plataforma integrada por casi cien colectivos, muchos de ellos asociaciones ecologistas locales, al norte y sur del Estado pero también integran la plataforma colectivos de jueces, asociaciones de índole económica y turismo, sindicatos, colectivos profesionales de arquitectos, asociaciones de vecinos, departamentos de investigación universitaria, empresas de turismo activo o pescadores artesanales.
Desde la Plataforma no estamos dispuestos a dejar que se de el peor de los mensajes, el de: “todo vale y todo ha valido en la políticas de gestión del suelo del litoral”. No se pueden dar por buenas concesiones en playas públicas hechas a espaldas de la Ley, no se puede abrir la costa a nuevos usos industriales porque en algunos tramos de la costa, el 70% ya está urbanizada, porque nos cuesta a todos y a todas miles de euros hacer frente a regeneraciones de playas, multas por vertidos, costes de inundaciones de las marismas ocupadas, de avenidas de ramblas. Más pérdidas.
A la Plataforma la hemos denominado “No a Nuestra Costa”, pero...¿a costa de qué? A costa de perder acantilados, dunas, marismas y a costa de tener un modelo turístico obsoleto con importante temporalidad y pérdida de activos a otros destinos más apetitosos y que sí que cuentan con playas vírgenes, a costa de privatizar accesos a dominio público marítimo terrestre, a costa de vertidos en rías y a costa de multas de la UE por mala depuración de aguas del litoral, a costa de perder caladeros pesqueros costeros, a costa de un feismo del paisaje litoral que ha transformados pueblos en macro-ciudades. A nuestra costa no queremos perder lo que ya hemos perdido, el territorio costero equivalente a ocho campos de fútbol al día.
Que no, que el ladrillo no nos ha hecho ricos, lo sabemos tú y yo, lo sabemos todos y todas. Únete, di no a la reforma de la Ley de Costas.
Pilar Marcos (@PilarMarcos), responsable de la campaña de Costas de Greenpeace
- Web Plataforma No a nuestra costa