El medio de transporte más popular en Tailandia sigue siendo el Tuc Tuc, esta especie de ciclomotor con carricoche trasero en el que es tan divertido desplazarse cuando el tren no es una opción. Frente a las comodidades del taxi, el Tuc Tuc ofrece los tres elementos clave para que yo siempre lo considere una opción: el contacto directo con la realidad, la capacidad de sortear cualquier obstáculo con facilidad y gran empatía del conductor. Elementos que, siendo sincera, quizá valoro en demasía porque los echo de menos dentro del edificio en el que se desarrolla la negociación climática internacional.
Después de los talleres realizados los primeros días sobre los objetivos de reducción de emisiones de los países industrializados y de los países en desarrollo, existe mayor claridad sobre los compromisos de algunos países y la certeza de que reducir las emisiones es más bien sinónimo de crecimiento económico y competitividad industrial que de lo contrario. Han sido dos días de presentaciones voluntarias en las que los países que han querido han puesto de manifiesto sus objetivos y las políticas para alcanzarlos y han contestado, con mayor o menor fortuna, a las preguntas del resto de países.
Sirva, como muestra, la interesante pregunta de Filipinas a la UE, tras la presentación de ésta última de sus compromisos internacionales en la lucha contra el cambio climático en la que, por cierto, se le “olvidó” mencionar algunos datos interesantes: “El análisis sobre la mejor trayectoria para alcanzar los objetivos de reducción de emisiones de la UE a 2050-2050 Low Carbon Roadmap- pone de manifiesto que la UE podría alcanzar una reducción del 25% de sus emisiones en 2020 sólo dando cumplimiento a sus objetivos de eficiencia energética. Entonces ¿Porqué la UE sigue insistiendo en sentar un objetivo del 20%?”
Sin embargo, en este caso, como en muchos otros, la pregunta fue más interesante que la respuesta ya que el representante de la UE se apresuró a aclarar que no se puede asegurar que dichos objetivos de ahorro y eficiencia se cumplan, simplemente porque no son obligatorios. Supongo que a Filipinas le vino a la mente otra pregunta en aquél momento, la misma que a mi: ¿qué sentido tiene marcarse un objetivo si uno no tiene el firme propósito de cumplirlo?
Otro de los temas estrella sigue siendo el Protocolo de Kioto, el único instrumento legalmente vinculante en la lucha internacional por el clima cuya vigencia termina en 2012. Algunos países actualmente obligados por el mismo han vuelto a sus reticencias a aceptar inscribir sus compromisos bajo el segundo periodo de compromiso del Protocolo de Kioto. Como bien han recordado otros, esta cuestión no debería ni plantearse después de que la cumbre de Cancún terminara con un acuerdo en el que el conjunto de países reconoce la necesidad de evitar un “limbo” entre el primer y el segundo periodo de compromiso del protocolo de Kioto asumiendo, por lo tanto, la existencia de este último en un futuro más bien cercano.
Mientras escribo esto, las partes negocian la agenda que ha de marcar el trabajo de los próximos meses. Algunos dirán que nada ha cambiado y que damos vueltas sobre lo mismo una y otra vez. Yo no estoy de acuerdo: El mapa de la negociación climática - como el de Bangkok- a veces es confuso pero sabemos dónde vamos y, sobretodo, que tenemos que llegar a tiempo. Así que subamos al Tuc Tuc, no perdamos el contacto con la realidad, ni la empatía, sorteemos los obstáculos con creatividad y llegaremos a puerto. No será un viaje confortable, pero la emoción está asegurada... ¡Es momento de pisar el acelerador!
En Bangkok, Aida Vila, responsable de la campaña de Cambio climático de Greenpeace