El foco principal en la reunión de los jefes de estado y gobierno en el Consejo Europeo (20 y 21 de marzo) está en la crisis que se desarrolla en Ucrania. Por eso unos de los temas más importantes es la necesidad de reforzar la independencia energética europea. Este es el telón de fondo de los debates sobre otro tema espinoso: los objetivos climáticos y energéticos de la UE después de 2020. La decisión tomada en esta reunión y en los meses venideros sobre la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero (GEI), porcentaje de energía renovable y eficiencia energética, tendrá una gran peso en el futuro de la independencia energética y en frenar el cambio climático.
El debate de hoy, se basa sobre una propuesta realizada por la Comisión Europea (CE). Esta propuesta habla de reducir las emisiones de CO2 en un 40% y de generar la energía primaria con “al menos” un 27% de energías renovables vinculante a nivel europeo (no por países). La CE ha pospuesto la decisión en eficiencia energética hasta que se revise la legislación existente hacia finales de año. Lo cierto es que esta propuesta no es ni remotamente ambiciosa. Si nos fiamos de un informe hecho por la propia CE, sin agregar ninguna política nueva ya llegaremos a un 32% de reducción de emisiones y a un 24% de energías renovables para 2030. Por lo tanto, no hay que hacer prácticamente nada nuevo para cumplir estos objetivos. Esto significa que no se dará una estabilidad jurídica que atraiga nueva inversión al sector de la energía verde, con su consecuente pérdida en futuros empleos, ni detendrá las peores consecuencias del cambio climático. La propuesta de la Comisión reducirá las importaciones de energía en comparación con las políticas actuales, pero si subiéramos el objetivo de energía renovables a un 35% y tuviéramos unas políticas de eficiencia energética ambiciosas, se reducirían las importaciones netas en más de la mitad para el año 2050, según la propia evaluación de la Comisión.
Bajo el mismo escenario, el consumo de gas de la UE se reduciría en un 29,5% en 2030 [véase la figura 1] y el 54,4% en 2050. Y todo esto en medio de los recientes acontecimientos en Ucrania, con la consiguiente incertidumbre en los mercados energéticos, que subrayan la urgencia política y económica de reducir las importaciones de combustibles de la UE.
Además de estos acontecimientos recientes, la economía europea, y más aún la española, está estructuralmente expuesta a los precios cada vez más altos y volátiles de los combustibles fósiles como el petróleo, el gas y el carbón. Las propias cifras de la Comisión muestran que si los objetivos fueran vinculantes, en el caso de las renovables y la eficiencia energética podrían sumar medio millón más de puestos de trabajo en el año 2030. Del mismo modo, con objetivos renovables disminuye mucho más el uso de carbón, disminuye más la dependencia energética y aumentan los años de vida de los europeos, como se observa en la tabla.
O sea el resumen es claro, cuanto más ambiciosos sean los objetivos, más independencia energética, más empleo y menos cambio climático. Ahora a esperar si los líderes europeos en general y el español en particular, votan en consecuencia con la lógica.
Marina Bevacqua @marbevacqua - Área de Energía y Cambio Climático
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