Parece lógico que si alguien no usa un servicio (prestado por una empresa privada) no pague por ello, y si lo hace, sea en función de lo utilizado. Pues bien en Mallorca esto no es así. Desde 2013, todos los hogares de la isla pagarán la misma tasa de incineración (que no es otra cosa que quemar basura),en función de su valor, claro está, que ya es la más alta de España. Esto implica que abonarán el mismo dinero los vecinos de ayuntamientos que incineran el 80% de sus residuos, que los de municipios que han conseguido reducir hasta el 30% lo que llevan a incinerar. ¿Pero cómo se ha llegado a esta situación?
En 1997 se construye una gran incineradora con capacidad para quemar casi 300.000 toneladas de basura al año. La promesa de la Administración y de la empresa promotora (TIRME, participada por Endesa e Iberdrola) es, como siempre, que la planta servirá para mejorar la gestión de los residuos, abaratar costes y reciclar más. Sin embargo, en 2011 la incineradora es ampliada hasta las 700.000 toneladas año (actualmente la de mayor capacidad del Estado ). Y con ello el presupuesto se dispara hasta superar los 276 millones de euros. Evidentemente la empresa espera ahora recuperar la inversión y cobrar, tal y como acordó con el Consell de Mallorca a través de un contrato “blindado” hasta el año 2041.
El resultado de este sinsentido es que los ayuntamientos de la isla tienen una deuda con TIRME de más de 90 millones de euros. Y todo, por apostar por una gestión, la incineración, que lejos de solucionar el problema de los residuos, hace que la isla incumpla leyes y directivas europeas sobre reciclaje y recuperación. Lo que conllevará a las consiguientes sanciones por parte de Bruselas. Sin embargo, los responsables políticos que promovieron el proyecto (que parece no benefició a todos por igual) han sido o están siendo juzgados por corrupción.
Se da la paradoja que en Mallorca unos treinta municipios han apostado por la recogida de sus residuos mediante el sistema “Puerta a Puerta” (que no es otra cosa que recoger de forma diferenciada y calendarizada la basura). Así están recuperando hasta el 70% de los residuos urbanos (Puigpunyent y Esporles), y dejando de quemar recursos naturales, contaminando menos y ahorrando dinero. Esta es una de las medidas que se deberían seguir impulsando y promoviendo.
Además, por su insularidad, Mallorca es ideal para implantar un sistema de depósito, devolución y retorno de envases (SDDR), que podría reutilizar y reciclar el 98% de los envases (como sucede ya en Alemania). Una ventaja añadida es que esto ya lo hacen, en sus lugares de origen, casi todos los turistas que visitan la isla (unos 8 millones al año). Vemos como la incineración hace que lo irracional se vuelva cotidiano, y que nuestro bolsillo, salud y medio ambiente paguen las consecuencias. Eso sí, pero dejando pingües beneficios a empresas concienciadas con sus accionistas y a responsables políticos poco dispuestos a servir al bien común.
Julio Barea (@JulioBarea), responsable de la campaña de Energía y Residuos de Greenpeace España