Decíamos hace pocos días en este mismo blog que la desobediencia es un arma cargada de ética. Pero ¿es válida cualquier desobediencia?
La ética profunda que promueve la desobediencia lo que nos hace plantearnos es que cualquier manera de desobedecer no puede ser adecuada, que es necesario mantener la coherencia entre fines y medios. Además, en nuestro contexto, la desobediencia civil ha desbordado el marco tradicional de desobediencia puntual a normas o políticas concretas, para pasar a convertirse cada vez más en una estrategia de lucha global, que no sólo persigue cambios reformistas o puntuales, sino que participa de una visión más compleja y completa:
- Es una desobediencia politizada e ideológica, encuadrada en un proyecto político alternativo al actual.
- Busca transformaciones radicales y “glocales” y no meras reformas puntuales.
- Es popular, basada en metodologías y prácticas asamblearias, horizontales.
- Es activa: promueve la participación lo más plena y sencilla posible de toda la gente posible en todos los momentos de su itinerario, desde la preparación, hasta la ejecución y evaluación de la misma,
- Es pedagógica. Quiere formar parte del aprendizaje social compartido.
- Es continuada y coordinada con otras luchas.
- De base. Huye del elitismo y del vanguardismo y no busca la instrumentalización política o generar nuevas jerarquías o especialistas en desobedecer.
- Es una desobediencia noviolenta, en el sentido de buscar la coherencia entre medios y fines, de renunciar a organizar y ejercer la violencia política y proponerse como metodología de lucha social contra las violencias directa, estructural, cultural y sinérgica que provoca nuestro actual sistema global.
- Es una lucha paralela a la creación de una práctica social alternativa y de contraste con la vigente: decrecimiento, altermundismo, cooperativismo, feminismo, autogestión, antimilitarismo... promoviendo con ello un horizonte de sentido cotidiano y posible “alternativos”
Colectivo Utopia Contagiosa @CUtopiaC