La amenaza a la que me refiero es la aprobación del nuevo texto del Código Forestal, la normativa que regula la protección y gestión de la selva Amazónica. De nuevo, la votación en Brasil se ha postpuesto antes de pasar a la Presidenta Dilma, quien será la que de la aprobación final o el ansiado veto para evitar que millones de hectáreas queden expuestas a la destrucción.
Paradójicamente, esta ley se ha bautizado como “una medida de protección forestal”. Nada más lejos de la realidad, es una clara invitación a que bulldozers y motosierras irrumpan en la selva.
La propuesta fue aprobada por el Congreso brasileño, y la semana pasada pasó al Senado, que voto a favor. Posteriormente tenía que pasar a la Cámara brasileña de Diputados (la Cámara baja del Congreso Nacional de Brasil) para su votación, pero finalmente se ha aplazado hasta marzo del 2012. Seguro que el sector agropecuario aprovechará estos meses para hacer presión y conseguir empeorar los cambios a la normativa forestal. Pero también es cierto que las personas que luchamos por la protección del mayor bosque primario del mundo tendremos tiempo de hacer llegar nuestra voz a la Presidenta Dilma Rousseff. Desde todos los rincones del Planeta la seguiremos pidiendo que vete el nuevo Código Forestal.
Sólo durante la semana pasada, la Presidenta recibió más de 50.0000 correos electrónicos pidiendo que rechazara esta ley. Una iniciativa secundada por un amplio espectro de grupos de la sociedad civil entre los que se incluyen WWF, Avaaz.org y Floresta Faz a Diferença, una coalición brasileña.
El debate sobre la reforma del Código Forestal no es reciente, dura más de una década, incluyendo los dos largos años de tramitación en el Congreso Nacional. Ha habido muchos retrasos a lo largo del camino y un gran esfuerzo a última hora de científicos, ambientalistas, líderes religiosos y movimientos sociales para poner un poco de cordura con los cambios diseñados para el Código Forestal. Se han planteados enmiendas y mejoras destinadas a hacer del Código una medida eficaz para la protección de los bosques. Aun así, el Senado, bajo la presión del sector agropeacuario ha votado a favor de este texto, lo que abre las puertas a una destrucción masiva de la Amazonia. El resultado final amenaza años de lucha contra la deforestación y garantiza la amnistía a los delitos de deforestación ilegal.
1.500.000 de personas en Brasil han manifestado su rechazo a esta nueva ley. La lucha no ha terminado. La Presidenta Dilma Rousseff es la única posibilidad real para detener una reforma desastrosa de esta ley. No podemos abandonar a su suerte un ecosistema tan valioso que está siendo acechado por el sector agroganadero.
Este retraso en la votación nos ofrece la oportunidad, pero seguimos necesitando todo tu apoyo. Si no lo has hecho ya, firma esta petición para que la Presidenta Dilma no acceda a poner su firma en la futura reforma del Código Forestal
Mónica Parrilla (@MonicaParrill), campaña de Bosques de Greenpeace
- Post 1/12/2011: Asesinados por proteger los bosques