Hoy amanecemos con este titular: “El gobierno de Japón ha anunciado que la flota ballenera va a partir hoy para llevar a cabo una nueva temporada de caza en el océano Antártico”. Parece una noticia sacada de hace unos años, o incluso unas décadas pero lamentablemente es de 2015.
Imagen: Paul Hilton/Greenpeace
Y contrasta con lo que celebrábamos hace poco más de un año. En marzo de 2014 tras una demanda de Australia, el Tribunal Internacional de Justicia de Naciones Unidas, con sede en La Haya, declaró ilegal el programa de “caza científica” de ballenas por parte de la flota japonesa ya que no encontró evidencias de que realmente hubiese un interés científico detrás.
En su momento Japón acató esta sentencia pero, la industria ballenera de Japón no se da por vencida, y con la complicidad del gobierno japonés, emprenden de nuevo una expedición de caza, de nuevo con el adjetivo de “científica” cuando claramente es una caza comercial, ignorando flagrantemente la sentencia internacional. De hecho, en octubre de este año, Japón mandó una carta a Naciones Unidas informando que no reconocía la jurisdicción del organismo internacional en relación al uso de los recursos marinos y que por lo tanto no iba a acatar la sentencia. Ahí es nada.
Y de nuevo, la farsa continúa con un nuevo programa de “caza científica” denominado “NEWREP-A” que tiene como objetivo la caza de 3,996 rorcuales en los próximos 12 años. La propia Comisión Ballenera Internacional no reconoce este nuevo programa por falta de información científica que lo respalde.
Ni siquiera quitándole el disfraz de ciencia a esta caza y llamándolo por lo que es, caza comercial, se justifica. La carne se acumula en almacenes congeladores a la espera de una demanda que continúa cayendo en picado. De hecho, sin grandes subvenciones por parte del gobierno japonés y de la agencia de pesca japonesa, la flota no saldría por motivos puramente económicos. No les salen las cuentas. La sociedad japonesa está financiando con sus impuestos una industria de un producto que ella misma no demanda. Por mucho que se empeñen, la caza de ballenas no es una seña de identidad de la sociedad japonesa.
Pero nosotros tampoco nos damos por vencidos. Junto con otras 15 ONG japonesas hemos enviado una declaración al gobierno japonés para que ponga fin a este nuevo programa de caza que incumple la ley internacional. Y seguiremos trabajando, dentro y fuera de Japón, para tumbar de una vez por todas esta industria.
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