Afortunadamente el huracán Gustav llegó debilitado a Luisiana, y Nueva Orleans resistió en esta ocasión sus embates mejor que con el Katrina. Así que los medios han preferido ocuparse de manera prioritaria de las presuntas extravagantes de una tal Sarah Palin, gobernadora de Alaska, defensora del uso de armas, promotora de la explotación petrolífera de la Reserva Natural del Ártico, partidaria de levantar la protección de las costas que impide la exploración petrolífera y dejar aparcados los embates de los huracanes.
Yo no creo que Mc Cain vaya a arrastrar con Palin muchos votos ecologistas, pero de eso escribiré otro día.
Entretanto, el Fondo de Naciones Unidas para la Infancia (UNICEF) estima que casi la mitad de los más de 650.000 afectados por los huracanes que han azotado Haití en las últimas semanas son niños. UNICEF calculó que más de 300.000 niños se encuentran entre los damnificados por 'Hanna'. Y es que el país más pobre del mundo está sufriendo como ningún otro el embate de los huracanes que este año está siendo especialmente intenso.
Casi sin tregua, en un mes han sacudido las costas caribeñas los ciclones Fay, Gustav, Hanna y Ike.
El caso es que el devastador avance de estas tormentas está dejando su huella de muerte y destrucción en los pequeños países caribeños, y en casos como el de Haití faltos de recursos, y de capacidad para hacer frente a la tragedia, poniendo una vez más en evidencia que son los más desfavorecidos, los más pobres, y los más miserables quienes más afectados se ven por estas catástrofes.
Coincide todo esto con la publicación en la revista Nature de un estudio de la Universidad de Florida que relaciona la subida de la temperatura de los océanos con el reforzamiento de la intensidad de los huracanes. El estudio concluye en resumen que los huracanes son cada vez más fuertes, debido a que el océano se calienta por el cambio climático. ¿A qué estamos esperando?
Juan López de Uralde, director de Greenpeace España