Hace un par de semanas, encontré por pura casualidad este artículo publicado por el diario español ABC hace hoy exactamente 30 años, el 22 de Mayo de 1980, un día o dos después de que yo anunciase en rueda de prensa, en nombre de Greenpeace, nuestra intención de zarpar con el Rainbow Warrior para aguas españolas para oponernos a la caza ballenera.
¿Greenpeace? o ¿Greenprice? La falta de ortografía en el titular y a lo largo del artículo es un buen recordatorio de que a los pioneros de Greenpeace nos costaba no sólo hacernos oir, si no también darnos a conocer. En aquel entonces, Greenpeace no era una tarjeta de presentación que permitía, como hoy, abrir todas las puertas. Para empezar en muchos países teníamos que deletrear el nombre de nuestra organización y explicar que (y qué) significaba "Paz Verde". Y como veis, aún así algunos periodistas metian la pata.
Un mes después de esta rueda de prensa, dos buques de la armada española nos apresaron en alta mar y nos detuvieron con el Rainbow Warrior durante varios meses en la darsena militar de Ferrol, a petición de la empresa Industrias Balleneras SA por habernos colocado en lanchas neumaticas delante de sus arponeros.
Pero el tiro les salió por la culata: en Ferrol el Rainbow Warrior era una especie de Caballo de Troya con el cual muchos españoles pudieron familiarizarse con nosotros, y desde el cual pudimos familiarizarnos con este extraño país en transición hacia la democracia después de cerca de 40 años de dictadura. En bastante poco tiempo, la gente se enteraba por los medios de comunicación de qué eran "los Grinpis", y (aunque la ortografía podia aun ser deficiente) a nadie se le ocurrio volver a llamarnos "los Greenprice". De repente, la existencia de una flota ballenera española satellite del Japón (toda la carne de ballena se exportaba a aquel país) empezó a ser una carga para esa España que aspiraba a ser homologada como socio europeo. Un año después de los acontecimientos de Ferrol, el Gobierno español tuvo que empezar a tomar más en serio sus obligaciones como miembro de la Comisión Ballenera International y obligaron a los balleneros a respetar cuotas. Control tras control, salió a la luz que la empresa ballenera llevaba una doble contabilidad de las cantidades de carne de ballena que salian para el Japón, y se dijó que -- cómo en el caso de Al Capone -- la Hacienda Pública se interesó de cerca al tema. España tuvo también que cerrar el puerto de Las Palmas a buques-factoria piratas que tenían por costumbre mandar desde las Islas Canarias al Japón miles de toneladas de carne de ballena de contrabando.
El resto es Historia. En 1982, España votó finalemente a favor de la moratoria mundial sobre la caza ballenera comercial que se adoptó aquel año. También en 1982, ya no eramos unos desconocidos en este país y recibimos un apoyo sin precedente de la opinión pública española (pescadores gallegos incluidos) en nuestra campaña contra las operaciones de vertidos radioactivos que cada verano llevaban a cabo varios paises europeos en el Atlántico. Sería el último año que se uso la fosa Atlantica como basurero nuclear. En 1983 trabajamos con la recien estrenada administración de Felipe Gonzalez y con otros paises hasta conseguir ése año una moratoria sobre los vertidos radiactivos en todo el mundo. Diez años después, en 1993 conseguimos que esa moratoria fuese permanente después una ardua y larga campaña política que me tocó coordinar.
Cuando me preguntan sobre los primeros tiempos de Greenpeace, acostumbro a contestar que antes de ser una organización, eramos una tribu, lo cual tenía ventajas e inconvenientes. En 1984 me tocó reunir a unos cuantos ecologistas españoles con quienes formamos Greenpeace-España formalmente. Un año después, el atentado criminal perpetuado contra el Rainbow Warrior por los servicios secretos franceses nos precipitó en la edad adulta. Aunque (cómo está bien conocido) no todas las luchas tribales dentro de Greenpeace se extinguiesen por acto de magia.
El 22 de mayo de 1980, no se celebraba el Dia Internacional de la Biodiversidad, por supuesto. Nadie conocía esta palabra ya que apareció por primera vez aquel año en una publicación científica. Es interesante notar que hoy, treinta años más tarde Televisión Española destaca cómo la conservación de los cetáceos genera grandes ganancias en las Islas Canarias, cómo en otros puntos de la geografía española y del mundo. Como yo escribí hace tres años durante una visita a la isla de Tenerife: "Cuando yo navegué por primera vez (a bordo del Rainbow Warrior) en aguas españolas, la Ley defendía exclusivamente a los balleneros, y castigaba a los que (cómo yo y mis colegas de entonces) querían proteger a las ballenas. Pero una generación y media más tarde ha tenido lugar un cambio de paradigma total. Algo digno de celebrar."
Rémi Parmentier, miembro histórico de Greenpeace
Publicado originalmente en el blog Chez Rémi