Hoy es un día para celebrar. Tras el juicio de la semana pasada, el tribunal del norte de California que tenía que pronunciarse sobre la reclamación multimillonaria que la maderera canadiense Resolute había formulado contra Greenpeace, Stand.earth y varios activistas, ha decidido desestimar todas las peticiones de Resolute. Hoy ha ganado la libertad de expresión.
El juez Jon S. Tigar ha estimado que “el discurso de los acusados se realizó en un ejercicio de libertad de expresión de puntos de vista diferentes que es parte vital de nuestra democracia”. También ha señalado que “las publicaciones de Greenpeace están basadas en información científica y datos” y que “es el mundo académico y no un juzgado el lugar apropiado para resolver los desacuerdos científicos” que Resolute pueda tener con Greenpeace.
De esta forma, el Tribunal ha enviado un mensaje inequívoco a Resolute y sus intentos de abusar del sistema legal para silenciar las legítimas críticas sobre asuntos de interés público como la gestión sostenible de los bosques boreales de Canadá. Ha quedado claro que estar comprometido con la conservación del planeta no significa formar parte de una organización criminal.
Hoy la justicia nos ha dado la razón, pero no estamos tranquilos del todo. Recientemente, otra empresa, Energy Transfer Partners, la petrolera que está detrás del oleoducto de Dakota decidió seguir el mismo camino que Resolute y, de la mano de los abogados de Trump, presentar una nueva demanda contra Greenpeace alegando motivos similares e intentando, otra vez, acallar la libertad de expresión. Hoy tenemos más fuerzas que nunca para pensar que no lo van a conseguir.
La decisión del juez de dar la razón a Greenpeace ha puesto de manifiesto que nadie nos va a parar. Es hora de que Resolute trabaje con las organizaciones de defensa del medioambiente para mejorar sus operaciones forestales y encontrar soluciones. El planeta necesita bosques sanos y en buen estado. Y nuestras voces son vitales. Seguimos.