Hoy es el gran día. El Rainbow Warrior dejará de ser el gran guerrero medioambiental que ha estado surcando los mares y grandes ríos a lo largo y ancho del planeta en sus 22 años como buque insignia de Greenpeace. Luchador infatigable, este barco ha sido el hogar de gentes venidas de todos los rincones, portando diferentes culturas, costumbres e idiomas pero, pese a ello, estando todos unidos trabajando por un mismo fin: conseguir preservar el planeta para las generaciones venideras. Este barco, también ha sido mi hogar durante casi dos años de mi vida...
Se hace extraño caminar por él. Ahora, los mamparos están vacíos de cuadros, fotografías y objetos que los adornaban y contaban la gran riqueza de la vida del barco. Si sales a cubierta, también las zodiacs han desaparecido, a excepción de una pequeña. La bodega también está vacía y ahora es un enorme espacio abierto. Nos ha llevado más de un mes ordenar, inventariar, etiquetar y empaquetar todo aquello que formará parte del nuevo Rainbow Warrior, el tercero, que está por venir en un futuro próximo. Tanto trabajo teníamos por delante que no había tiempo de pararse a pensar que estábamos viviendo nuestros últimos momentos a bordo del barco aunque en nuestras mentes esa realidad estaba presente como la luz de un faro que se oculta y vuelve a brillar.... “Concéntrate Maite en lo que estás haciendo... No hay tiempo para sentimentalismos” y así un día tras otro.
Realmente, mi primer momento emotivo llegó cuando tuve que cubrir de pintura el totem (*) en la popa del barco hace tres días. Pasando el rodillo por encima de él, veía cómo todos estos años vividos a bordo han pasado a formar parte de la historia. Ya sólo forman parte del recuerdo. Con el corazón encogido y lágrimas cayéndome por las mejillas, los vivos colores iban desapareciendo tras una y otra capa de pintura. Curiosamente, la silueta del totem se negó a desaparecer y mirándolo de cerca se puede distinguir perfectamente. ¿Nos estará diciendo que da igual que lo cubramos, que él seguirá ahí protegiendo al barco y las gentes que vivirán en él en el futuro?
En estos momentos, el Rainbow Warrior ha cambiado de nombre. Ahora es el Rongdhonu, el arco iris bengalí que, convertido en barco-hospital, llevará asistencia sanitaria a miles de personas en Bangladesh. Greenpeace ya no luce en sus costados. El nuevo propietario es Friendship, una ONG que realiza una labor extraordinaria en uno de los países más pobres del mundo.
Hoy ha habido discursos que han sido acompañados por lágrimas, sonrisas y aplausos. Únicamente tres cosas, emblemáticas las tres, habíamos dejado a bordo para la ceremonia de despedida: Dave, el delfín de madera que ha habitado en la proa desde los comienzos del Rainbow Warrior y que se ha convertido en el objeto más icónico de este barco; el timón de madera en la cubierta del puente, que ha estado allí desde los comienzos de la vida del barco, parte del Grampiam Fame cuando faenaba como arrastrero en el Mar del Norte; y, por último, la campana del puente de mando, la campana originaria del primer Rainbow Warrior, una preciada reliquia. Simbólicamente, hemos retirado estas tres cosas. Hemos arriado las banderas de Greenpeace y de Holanda para reemplazarlas por las de la nueva organización y lugar de destino. El traspaso de propiedad se ha hecho efectivo...
El nuevo Arco Iris seguirá surcando los mares y continuará llevando esperanza a millones.
¡Qué gran vida la de este barco! Pocos barcos en el mundo han sido tan queridos y, lo mejor de todo, seguirá recibiendo amor por parte de aquellos a los que ayudará a tener una vida mejor.
¡Que los buenos vientos te acompañen en tu nuevo destino por muchos años más! Y gracias, Rainbow, por haber dado tanto a tantos.
Maite Mompo, marinera del Rainbow Warrior
* En el comienzo de Greenpeace, el totem fue dado por la tribu Kwakiutl de Canada a la tripulación del Phillis Cormack, aquel grupo de gente que quería parar unas pruebas nucleares en Alaska,. Desde entonces, el totem ha estado presente en todos los barcos de Greenpeace.