Ya sé que el nombre no es fácil (aunque los hay peores) y desde que lanzamos esta denuncia más activa para que se prohíba el glifosato muchos son los nombres que he oído para este peligroso herbicida: desde glifostato a glifosanto. En este último ha salido una asociación natural con la compañía responsable de que este veneno haya llegado a casi todos los rincones del planeta y que mayor beneficio económico saca de su venta: Monsanto.
Desde que la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, dependiente de la OMS, anunció en marzo la clasificación del glifosato como “probablemente cancerígeno para los seres humanos”, muchas iniciativas se han llevado a cabo en el mundo para restringir su uso y evitar así que se contamine el medio ambiente y se dañe nuestra salud.
Sin duda, la prevención es siempre una buena medida. Pese a que está en pleno proceso de reevaluación en la Unión Europea (su autorización caduca en diciembre de este año y cabe recordar que la última vez, en junio de 2012, se prolongó su autorización sin llevar a cabo una evaluación de riesgos), siempre hay estados miembros punteros y que anteponen la salud de las personas a los procesos institucionales.
Para no ir más lejos, la vecina Francia anunció hace poco que va a prohibir su venta libre (por ejemplo, en centros de jardinería), adelantándose incluso a su ambicioso plan de reducción del uso de plaguicidas tóxicos.
Pero otros países, como España, prefieren esperar a las conclusiones de la reevaluación y ni una sola palabra pública se ha oído sobre el glifosato. Cuando les hemos preguntado, nos han contestado que "España adoptará las decisiones legales sobre productos fitosanitarios formulados con Glifosato de forma armonizada al resto de Estados miembros". ¡Tenemos que seguir presionando para que antepongan nuestra salud a otras consideraciones!
Pero también en España hay iniciativas positivas y varios municipios han restringido ya su uso, incluso antes del anuncio de la OMS.
Muy recientemente Greenpeace China ha publicado los resultados de una investigación donde ha encontrado trazas de glifosato en cinco productos que contenían soja y maíz transgénicos (el uso de transgénicos tolerantes al glifosato ha hecho crecer exponencialmente el uso de este herbicida).
Pero en Europa también es posible encontrar glifosato en nuestros alimentos. El reciente informe de la Agencia Europea de Seguridad Alimentaria mostraba que de las muestras analizadas para detectar glifosato, en un 10,45% había residuos de este herbicida. Fue en las muestras de avena donde más se encontró (¡41,35% de las muestras!), seguido de las de uvas para vino (8,11%), centeno (4,65%) y manzanas (1,61%).
Y es que sí agricultores y agricultoras son las principales víctimas de la exposición a los plaguicidas, para la gran mayoría de las personas es la alimentación la principal vía. Desafortunadamente, se siguen utilizando plaguicidas de forma rutinaria hasta que se descubre que son inseguros, pero para entonces, el daño ya está hecho.
Para este y otros problemas derivados de la agricultura industrial solo hay una solución de futuro: la agricultura ecológica.
Pero todos los pasos son importantes y prohibir el glifosato debe ser uno de ellos. Si no has firmado aún, ¡firma ahora!
¿Qué puedes hacer tú?
- Firma para pedir que se prohíba el glifosato. O comparte la petición en Facebook o Twitter para lograr que más personas pidan la prohibición de este herbicida.