Mañana se celebra una cadena humana en la Plaza de España de Cuenca, en apoyo de aquellos que perdieron hace dos años a sus seres queridos en el terremoto y el tsunami de Japón, pero también como muestra de solidaridad con todos los habitantes de Fukushima cuya salud está en riesgo de contaminación radiactiva, y, por supuesto, para rechazar el cementerio nuclear que en Cuenca quieren construir.
En Japón las víctimas llevan luchando dos años contra el miedo a la contaminación radiactiva y por una indemnización que les permita comenzar de nuevo, y pagando con sus impuestos los costes, que se elevan a 250.000 millones de dolares, y que la compañía operadora no pudo asumir. En Cuenca solo llevan un año de lucha, pero aunque la distancia se antoja muy grande las prebendas de la industria nuclear y los favores políticos no conocen de culturas ni distancias.
El informe elaborado por la Comisión independiente de expertos creada por el Parlamento de Japón concluye que el “accidente nuclear en Fukushima ocurrió por la trama entre el Gobierno, el regulador y la compañía eléctrica”. En Cuenca el enredo lo protagonizan María Dolores de Cospedal, presidenta del Gobierno de Castilla La Mancha, que ha promovido a su hombre de confianza, Francisco Gil-Ortega, como presidente de la entidad pública que gestiona los residuos radiactivos (ENRESA), y ahora, la empresa filial de Iberdrola que fichó a su marido, Ignacio López del Hierro, es favorita para construir una parte del ATC, o sea del cementerio nuclear. Iberdrola acaba de lanzar su campaña de publicidad “Estamos contigo”. Es inevitable pensar en Cospedal como terminación para el eslogan.
Si tu no estás con ellos, encadenarse en Cuenca parece imprescindible.
Raquel Montón (@raquelmonton) responsable de la campaña antinuclear de Greenpeace