¿Tienes nevera en casa? Entonces, a menos que vivas en América del Norte, es probable que tengas una de refrigeración verde. Y te preguntarás ¿y eso qué es? Pues es una nevera que utiliza una tecnología revolucionaria que Greenpeace creó hace ya dos décadas. Y para celebrar su 20 cumpleaños en Greenpeace brindamos por esta tecnología que ha transformado para siempre el mercado de la refrigeración a nivel mundial y, gracias a ello, se evita que se produzcan toneladas de emisiones de gases de efecto invernadero que acabarían en nuestra damnificada atmósfera.
En los años 80, Greenpeace lanzó una campaña a nivel mundial para conseguir la prohibición mundial inmediata de la producción y la utilización de sustancias cloradas que destruyen el ozono, como los CFC y los HCFC. A pesar de la fuerte resistencia de las multinacionales químicas, dueñas de las patentes de esos gases, la campaña fue un éxito y en 1987, Naciones Unidas inició la prohibición progresiva de la fabricación y el uso de estas y otras sustancias en el marco del Protocolo de Montreal.
Pero la industria química no estaba dispuesta a dejar escapar tan fácilmente ese suculento negocio. Así que patentaron una nueva familia de gases sin cloro, que responden a las siglas HFC, para sustituir a los gases que destruyen el ozono. Decían que era la única alternativa posible y los vendieron como “ecológicos”. Lo que no decían es que esos nuevos gases afectaban gravemente a otro importante problema, el cambio climático, pues cada molécula de HFC es capaz de contribuir miles de veces más al calentamiento global que cada molécula de CO2.
En Greenpeace declaramos con diligencia nuestro desacuerdo, y además de luchar para que los HFC también fueran prohibidos o como mínimo sometidos al control internacional (conseguimos que fueran incluidos en el Protocolo de Kioto), tomamos una iniciativa que transformó completamente la forma de enfrentarse a los problemas ambientales: demostrar que hay soluciones mejores.
Así que en 1992, un activista joven e impetuoso llamado Wolfgang Lohbeck - también conocido como Wolo - comenzó un experimento sin precedentes que se convertiría en uno de los más reconocidos éxitos de Greenpeace a partir de entonces.
Wolo se reunió con científicos de Dortmund (Alemania), que le indicaron cómo se podía evitar por completo el uso de los HFC. Encontró entonces una vieja fábrica de refrigeradores llamada DKK Scharfenstein que estaba a punto de quebrar y les convenció para investigar en el uso de refrigerantes naturales, para fabricar prototipos y para experimentar en la nueva tecnología verde. Poco después, Greenpeace Alemania hizo un llamamiento a sus socios y colaboradores para financiar esta reforma: miles de personas suscribieron peticiones de compra de los nuevos frigoríficos si estos eran realmente ecológicos. Con la certeza de que su producción iba estar vendida, el pequeño fabricante se lanzó a producir los nuevos frigoríficos, cuya tecnología bautizamos como Greenfreeze. El objetivo era producir un prototipo de un refrigerador sin fluorocarbonos. Algunos nos llamaron locos...
En poco más de un año, resultó de esta iniciativa la exitosa comercialización de refrigeración verde, "Greenfreeze", libre de hidrocarburos en Alemania. Los grandes fabricante de frigoríficos, sorprendidos, argumentaron lo que ya hemos oído tantas veces: eso es imposible, será muy caro, muy peligroso, no funcionará... Pero resulta que los Greenfreeze no solo funcionaban perfectamente, sino que además eran más eficientes y la gente los quería. Así que en poco tiempo otros fabricantes se fueron sumando. Primero los alemanes (Liebherr, Bosch, Siemes, AEG...) y luego los del resto de Europa (Zanussi, Fagor...) fueron cambiando su tecnología, dejaron de usar los HFC y pasaron a utilizar refrigerantes naturales. Así la tecnología se extendió rápidamente a otros países europeos y pronto Greenfreeze revolucionó la industria de la refrigeración en todo el mundo.
Hoy tenemos más de 700 millones de refrigeradores que utilizan esta tecnología 'Made in Greenpeace” en todo el mundo, ¡lo que representa el 40% de la producción mundial cada año! Todos los grandes fabricantes producen refrigeradores Greenfreeze y podemos decir que casi mil millones de toneladas de gases de efecto invernadero no han llegado a la atmósfera gracias a Wolo y su tenacidad. Greenpeace fue capaz de demostrar que los HFC no eran la única solución a los gases que destruyen el ozono, como habían afirmado las multinacionales químicas, y que el mundo realmente no necesitaba estas sustancias perjudiciales para mantener nuestros alimentos y bebidas frescos. En 1997, Greenpeace recibió el Premio Ozono de las Naciones Unidas por hacer la tecnología Greenfreeze de uso libre en todo el mundo.
Pero la lucha aún no ha terminado. La tecnología de refrigeración verde todavía no ha entrado en el mercado norteamericano. Allí, los tentáculos de la industria química todavía están utilizando su influencia para evitar que eso suceda y obstaculizan que los estadounidenses accedan a tener refrigeradores amigables con el clima en sus hogares. Ni Greenpeace, ni Wolo hemos renunciado a esta batalla. Seguimos presentando soluciones y usamos nuestras habilidades para intervenir en el mercado para eliminar las barreras que la industria química nos está poniendo en el camino. Y cada vez estamos más y más cerca de un final feliz. Pero eso es otra historia...
Hoy, 20 años después, en Greenpeace celebramos una historia sobre la perseverancia y el éxito, una historia de alguien que tuvo un sueño y que fue lo suficientemente valiente como para impulsar las soluciones y alcanzar el cambio que quería ver en el mundo …
¡Gracias Wolo, Salud Greenpeace! ¡Feliz cumpleaños, Greenfreeze!
Paula Tejón Carbajal, business advisor
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