Sigue el verano con su calor acompañado de demasiadas noticias de vertidos de petróleo. Esta vez, en el Reino Unido.
El pasado miércoles empezaba un vertido de crudo en el oleoducto de la plataforma petrolífera Gannet Alpha de Shell, enclavada en el mar del Norte a unos 180 kilómetros de la costa del Aberdeenshire.
La petrolera decidió abstenerse de comunicar el vertido hasta el viernes y, a pesar de que seis días después la petrolera no quiera hacer todavía estimaciones concretas de la cantidad de petróleo vertido, la Administración ya lo estima en cientos de toneladas y como el peor vertido de la última década ocurrido en aguas del Reino Unido.
Lo cierto es que, a pesar de que la compañía esté declarando el vertido “controlado”, Shell todavía no ha anunciado que se haya parado el derrame en la plataforma Gannet Alpha.
Lo que sí sabemos es que, de acuerdo con la mayoría de las empresas petroleras y el gobierno del Reino Unido, un vertido de petróleo en el Mar del Norte debería ser algo muy poco probable. Tanto es así, que las perforaciones en el fondo del Mar del Norte, se usan a menudo para poner un ejemplo de las mejores instalaciones en términos de los estándares de seguridad en la perforación en búsqueda de petróleo. En el Reino Unido, la Administración reitera desde hace un año, que la probabilidad de que ocurra en el Mar del Norte un desastre del tipo del accidente de BP en el golfo de México es extremadamente pequeña.
El hecho, sin embargo, es que, evidentemente, los accidentes pueden ocurrir y ocurren.
En España, por ejemplo, recientemente Repsol ha recibido una multa por una sanción administrativa por una infracción “muy grave” a causa de un vertido del pasado 22 de diciembre en sus instalaciones de extracción de crudo en la plataforma Casablanca frente al Delta del Ebro. En este caso, el vertido se estimó en unas 130 toneladas de crudo.
Los acontecimientos que actualmente se desarrollan en el Mar del Norte plantean un par de paralelismos con el caso de Repsol: ambas empresas no pueden garantizar la seguridad en sus instalaciones y ambas tienen en sus planes ampliar sus actividades de extracción al Ártico.
Si ninguna de las dos puede evitar accidentes en el Mediterráneo o en el "ultra seguro" Mar del Norte, surge la pregunta de cómo van a garantizar la seguridad en la naturaleza del Ártico, donde las condiciones extremas meteorológicas hacen que cualquier vertido de petróleo sería casi imposible de limpiar...
Sara Pizzinato, responsable de la campaña de cambio climático, Greenpeace