El sector turístico en México, representa un 8% del PIB nacional, una cifra nada desdeñable pero que podría correr peligro. Esto es lo que analiza el informe “Del cambio climático al desastre turístico”, que ha publicado Greenpeace México.
Según este informe, el primer factor que amenaza el turismo mexicano tiene una dimensión global: se trata del Cambio Climático (que, por supuesto, amenaza también el turismo y la costa española). Según el IPCC las comunidades y hábitats costeros se verán cada vez más afectados por los impactos del cambio climático, en interacción con el desarrollo y la contaminación.
Los fenómenos climáticos extremos (huracanes, sequías, inundaciones), la erosión costera, la proliferación de medusas, de algas o el blanqueo de corales, pueden hacer que el turista apueste por otros destinos vacacionales.
Pero el turismo, además de sufrir las consecuencias, puede a su vez agravar el cambio climático si se apuesta por un desarrollo urbanístico insostenible (que aumenta las emisiones de CO2, la demanda de agua o destruye ecosistemas que actúan como barreras naturales ante los impactos del cambio climático -nos referimos por ejemplo a los manglares y las dunas-)
El segundo de los factores que amenaza el futuro del turismo en México, es la política turística de su gobierno más preocupado por el beneficio económico privado que por la conservación de un medioambiente patrimonio de todos. Greenpeace México le pide al gobierno una nueva Ley que frene el turismo depredador y que contemple medidas de adaptación y mitigación de las repercusiones del cambio climático en el sector.
La tercera amenaza no corresponde a un problema global, ni es responsabilidad exclusiva del gobierno mexicano, sino que atañe directamente a las empresas españolas. Y es que el 70% de los hoteles que destruyen las costas mexicanas (en Cancún el 95%) se ha construido con inversiones de nuestro país (como las que han sufragado la construcción del nuevo hotel de NH en Puerto Morelos -Quintana Roo- que vemos en la foto).
Ahora que hemos saturado las costas nacionales, es una "suerte" que aún queden bellas costas por destruir en países como México.
Carmen Solla, campaña de Costas y Océanos de Greenpeace.