El océano Antártico es uno de los ecosistemas marinos menos alterados por la actividad humana. Aloja 75 millones de especies, muchas de las cuales no pueden encontrarse en ningún otro lugar. A pesar de su localización remota y de la existencia del Tratado Antártico, esta zona salvaje se encuentra amenazada por el cambio climático, la acidificación del océano, la caza de ballenas y ahora además, la pesca industrial.
Tras diezmar los stocks pesqueros en otros mares, la pesca industrial mira ahora hacia el Mar de Ross, un mar helado al sur del continente antártico. En estas aguas se encuentra la merluza negra (o bacalao de profundidad) cuya población ha vivido hasta ahora ajena a las redes y los arrastreros.
La pesca en el Mar de Ross comenzó en 1998 con palangreros procedentes de Nueva Zelanda. Desde el año 2000, 12 países han enviado sus barcos para explotar este pesquería “inexplorada”. Sólo en 2010, 18 barcos de siete países pescaban merluza negra en estas aguas vírgenes.
Por si no fuera suficiente, la extensión y el aislamiento de esta parte del océano favorece la proliferación de pesca ilegal que, sin ningún tipo de regulación, emplea técnicas de pesca destructivas con las que además se capturan otras especies como albatros y petreles.
La merluza negra es el pez de mayor tamaño del océano antártico y tarda muchos años en alcanzar la madurez, por lo que es especialmente sensible a la sobrepesca. Esta especie es muy importante para el ecosistema del Mar de Ross, por lo que su pesca puede afectar a otra especies, como por ejemplo a las orcas, que se alimentan de ella, y cuyas poblaciones ya se han visto disminuidas.
Una vez en el mercado, la merluza negra se vende a precio de delicatessen. Está en las manos de los consumidores, restauradores y chefs el rechazar esta especie en sus mostradores y menús y contribuir así a proteger el Mar de Ross.
El Tratado Antártico estableció que la Antártida fuese un lugar de ciencia y de paz. Para que esto sea así debemos proteger también sus aguas. Con la declaración del Mar de Ross como Reserva Marina, quedará protegido frente a la amenaza de la pesca y las actividades industriales.
Teniendo en cuenta que tan sólo el 1% de nuestros mares y océanos están protegidos, parece una petición más que razonable y un paso más para mejorar la salud de los océanos.
Informe sobre la pesca en el Mar de Ross (en inglés) “Defending the last ocean”
Elvira Jimenez, campaña de Océanos