En las últimas semanas se han conocido que dos de nuestros ex presidentes del Gobierno, Felipe González y José María Aznar, han sido “fichados” como asesores por las empresas Gas Natural y Endesa, respectivamente. El objetivo de estos grupos empresariales es utilizar los conocimientos, agendas e influencias de ambos políticos para potenciar su negocio y expansión en América Latina. Ambos recibirán unas retribuciones desorbitadas a cambio de asesorarlos en su actividad, posiblemente de una forma que seguirá siendo muy perjudicial para el medio ambiente.
Este fenómeno de las “puertas giratorias” que permite pasar sin solución de continuidad del ámbito privado al público, obteniendo beneficios de ambos, presenta problemas indudables de carácter ético, pero también estético. Primero se toman decisiones que benefician a las empresas y luego... se es recompensado con un cargo en las mismas. Y desde ellas, obviamente, se influirá de nuevo en los diferentes ámbitos políticos en defensa de sus intereses.
Los antecedentes de estas empresas no son buenos para el medio ambiente, ni aquí ni en América Latina. Endesa planea construir en la Patagonia de Chile cinco mega-represas hidroeléctricas para generar electricidad, un proyecto muy controvertido al que se opone la mayoría de los chilenos por su gravísimo impacto ambiental.
Gas Natural–Unión Fenosa en España en uno de los mayores adalides en contra de las energías renovables, quizá para salvaguardar su obsoleto modelo de negocio basado mayoritariamente en fuentes sucias. Esta empresa está participada por Repsol y La Caixa. Las actividades de Repsol en América Latina han causado graves daños medioambientales y sociales en varios países y encuentran en lugares como Argentina o Perú una fuerte resistencia local. En España, siguen pensando abrir nuevos pozos petrolíferos en aguas profundas junto al vulnerable ecosistema del Delta del Ebro, pese a los vertidos causados durante las exploraciones y prospecciones en 2009, que la empresa intentó ocultar. De nuevo en 2010, hubo vertidos derivados de la refinería y de la plataforma Casablanca.
Asesorar a las empresas españolas en su expansión latinoamericana no debería hacerse a cualquier costa. Como hemos denunciado repetidamente desde Greenpeace, en muchos casos las empresas españolas utilizan en aquel continente prácticas que aquí no serían legales o no serían toleradas por la opinión pública, amparándose en que desde España se sabe muy poco de lo que hacen allí. Su apuesta por energías renovables y limpias es, por ejemplo, prácticamente nula en aquellos países. ¿Van a ayudarles nuestros ex presidentes a mejorar sus prácticas o a seguir igual?
Y una última pregunta. Aznar participó en la campaña electoral chilena en apoyo al actual presidente, Sebastián Piñera. ¿Va a utilizar su influencia para lograr que, por fin, se aprueben los permisos que Endesa necesita para construir sus mega-represas hidroeléctricas en la Patagonia de este país? Los chilenos, que en su inmensa mayoría se oponen al proyecto, no se lo agradecerán. Y tampoco a nosotros.
Mabel González Bustelo, campaña de Conflictos y Medio Ambiente