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La semana pasada tuvo lugar la explosión de un trasformador de la central nuclear de Garoña. La explosión fue de gran intensidad y causó gran alarma entre los habitantes de la zona. Foto: Greenpeace/Pedro Armestre |
El 31 de marzo la publicación francesa Mediapart.fr publicaba un artículo en el que, bajo el título "EDF espió a Greenpeace", se narraba con detalle la infiltración en 2006 en los ordenadores de Greenpeace en Francia de espías al servicio de la empresa pública eléctrica francesa (EDF).
Esta y otras informaciones publicadas en Francia en los últimos días se hacen eco del escándalo de espionaje contra Greenpeace por parte de la industria nuclear francesa, y ponen de manifiesto las prácticas de guerra sucia que está utilizando el sector nuclear contra los antinucleares.
De momento desconozco si el ordenador desde el que escribo estas líneas está también infiltrado por la industria nuclear, aunque de momento nada está descartado.
Conviene recordar que tanto el presidente francés, Nicolás Sarkozy como la industria nuclear francesa son una de las fuerzas motoras detrás de la campaña internacional de promoción de la energía nuclear.
En 2006, Greenpeace, alertó a la ciudadanía de la vulnerabilidad de la central de Flamanville mediante la publicación de un documento clasificado. Sin embargo, este fue el momento en que la EDF había tomado la decisión de establecer su reactor EPR en Flamanville como escaparate, y así comercializarlo por todo el mundo.
Claramente, EDF ha considerado que todo lo que podría ser perjudicial para sus ambiciones comerciales debía ser espiado y torpedeado, en total desprecio de la ley.
En aquel momento, como hoy, Greenpeace señaló con el dedo lo insensato de ese proyecto industrial que es el reactor EPR, el cual no es necesario para Francia desde el punto de vista energético; es muy caro; y es muy poco creador de empleo.
Greenpeace recuerda que, a igualdad de inversión, el ahorro de energía y las renovables crean quince veces más empleos que las nucleares. El uso de la energía nuclear ahoga la aplicación de cualquier solución real en la lucha contra el cambio climático.
Los hechos fueron descubiertos casualmente durante una investigación policial relacionada con una red de ciberespionaje. Pierre Francois, segundo máximo responsable de seguridad de EDF y ex investigador de la policía, habría contratado a una compañía de inteligencia informática denominada Kargus Consultants para vigilar las actividades de miembros de Greenpeace Francia.
Junto a Pierre Francois, también han sido inculpados Thierry Lorho -director de Kargus y antiguo miembro de los servicios secretos franceses- y Alain Quiros -el hacker encargado de conseguir la información de Greenpeace. Alain Quiros ha declarado ante el juez que se le pidió que obtuviera información de Greenpeace.
De acuerdo con la información recogida por el periódico Mediapart, Pierre François fue responsable de desarrollar las actividades de inteligencia de EDF para prevenir y para desestabilizar las campañas del movimiento antinuclear, incluyendo a Greenpeace.
La «célula» liderada por Pierre François se habría infiltrado en los grupos antinucleares, a veces con el beneplácito de los servicios especiales franceses de los que provienen la mayoría de sus integrantes.
Esta red de espionaje es otra nueva muestra de la incapacidad de la industria nuclear de participar en un debate democrático y abierto. Lo mejor que sabe hacer es aplicar tácticas de la guerra fría contra Greenpeace.