Estoy seguro que mis amigos babazorros (vitorianos, para los que os suene raro) se unirán a esta campaña que pienso lanzar en solitario. Cuando no nos quede nada, nos quedará la patata... o eso pensaba yo. Por eso tenemos que salvarla.
Este tubérculo duro donde los haya. Resistente al periodo más seco y al tiempo más duro, es uno de los elementos básicos de nuestra alimentación. Modesta. Su presencia es una constante en la mesa de los hogares más pudientes, y en los más humildes.
Pero salvarla...¿de qué? Pues de la Comisión Europea que acaba de dar permiso para el cultivo de una patata transgénica. La llaman Amflora, y la ha desarrollado la empresa química BASF. A pesar de los avisos de instituciones como la OMS sobre la creciente resistencia que estamos desarrollando a los antibióticos, y las consecuencias de pérdida de efectividad de los mismos que se están evidenciando con alarma, la Amflora lleva un gen de resistencia a los antibióticos.
Sólo por eso, esta patata transgénica nunca debería de haberse permitido. Pero hay otras muchas razones que son extensibles a otros transgénicos y que tienen que ver con el progresivo control de unas pocas corporaciones multinacionales del mercado de las semillas, o la contaminación que los transgénicos presentes en nuestros campos están produciendo y que ha sido ampliamente documentada en diversos informes.
Así que, estad atentos ya que parece que tendremos que acabar haciendo una campaña para salvar las patatas. !Quién lo iba a decir!
Juan López de Uralde, director de Greenpeace España.