Rápidamente entras en el juego y vida del barco. Aún no eran las dos de la tarde de ayer cuando llego a Barcelona. Tras un rápido piscolabis que Sonia nos había guardado en el barco de Greenpeace, Arctic Sunrise (aquí se come a las 12:00) nos fuimos a pasear. Visita turística a San Adria de Besos: A la derecha, las fantásticas instalaciones de la flamante incineradora. Al fondo a la derecha, las tres espectaculares chimeneas de su central térmica. Paseando junto a la desembocadura del Besos hay gente pescando no sé sabe muy bien qué. Sus aguas discurren negras y entre las latas de cerveza tiradas por estos que dicen amar los ríos donde pescan, hay grandes y pequeños peces muertos. El olor me obliga a marcharme. Continuamos un agradable paseo en coche hasta Martorell. Es una lástima que el olor no pueda fotografiarse. El punto concreto que buscábamos, las instalaciones químicas de Solvay, lo encontramos como los "canes", por olfato. Es curioso: De San Adria me marcho por la peste y aquí llego a ella gracias a su fétido olor.
Damos por finalizado el paseo que el barco va a zarpar.
Hasta pasadas las cuatro y media de la mañana dormía plácidamente. Con ese típico soniquete constante de motores y el mecer del mar. Luego llega una maldita tos que arrastro hace días y que me mantiene en vela hasta las Seven certi, seven certi (esto quiere decir que en pie sin rechistar) Y la tos desapareció, parece que sólo trabaja de noche la maldita.
Hoy los buzos querían tomar unas muestras de sedimentos marinos y acompañarlos vino bien para desentumecer y continuar con el ritmo. Buena temperatura y ligero mar de fondo que nos pulveriza agua sobre la cara. Ricardo perdió sus plomos, y el chico, empeñado en recuperarlos para no abandonar nada en el fondo marino casi no sube. Tiene gracia el tipo.
Y como siempre, después de hacer fotos, una excusa para huir: Me voy a editar el trabajo de esta mañana.
A bordo de Arctic, Pedro Armestre, fotógrafo de Greenpeace.
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