Trata de imaginarte cómo sería despertarte una mañana, mirar por la ventana y descubrir que tu casa ha desaparecido. Esto es lo que pasó en Manila el pasado martes, cuando más de la mitad de la ciudad amaneció bajo las aguas.
Las escenas de devastación eran similares al escenario de la película de ficción Waterworld, pero ahora no se trataba de una película que imagina un futuro posible. Estamos hablando de la realidad.
Estas insólitas lluvias (galería de imágenes), similares al paso del tifón Ketsana que arrasó la zona en 2009 y dejó más de 800.000 personas sin hogar y sin recursos, han causado docenas de fallecidos desde julio. Más de la mitad de toda la lluvia que habitualmente cae en el mes de agosto lo hizo en la capital solo en 24 horas, según las informaciones disponibles; en algunas partes de Manila el agua llega, literalmente, hasta el cuello. Hoy en día, el nivel del agua continúa subiendo, por lo que la gente busca refugio en las escuelas y en edificios oficiales, puesto que ya han perdido sus casas.
Países en desarrollo como Filipinas están considerados como los más vulnerables y menos preparados para afrontar los efectos del cambio climático. Además de ser los menos responsables de este problema.
El pasado miércoles nos hacíamos eco de un artículo publicado por James E. Hansen, un respetado científico climático de la NASA, por el efecto que ha tenido en avivar el debate científico sobre el vínculo directo entre cambio climático y fenómenos meteorológicos extremos como los que está sufriendo estos días Manila
Existe un consenso científico sobre que la intensidad y la frecuencia de los eventos climáticos extremos, como la sequía que está afectando al medio oeste americano, seguirán aumentando debido al cambio climático. La realidad es que a no ser que se pongan sobre la mesa soluciones de forma inmediata, lo peor está todavía por llegar.
Greenpeace reclama a los países industrializados, responsables de las mayores emisiones de gases de efecto invernadero -el mayor causante del cambio climático- que asuman su responsabilidad y adopten compromisos de reducción de emisiones ambiciosos. Además, todos los países deben continuar desarrollando y mejorando los mecanismos de adaptación al cambio climático en sus territorios.
Aquí, en España, los políticos no parecen darse por enterados. Si no, ¿cómo es posible que en la reforma de la Ley de Costas ni siquiera se mencione el cambio climático? Esperemos que entren en razón antes de sufrir una catástrofe como la de Manila.
Szabina Mozes (@ecosurfbum), especialista en Comunicación de Greenpeace Internacional, y Maria José Caballero (@mjocaballero), directora de Campañas de Greenpeace España
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