Hoy es el tercer día de nuestra expedición. Son las 7:30 de la mañana cuando saltamos de la cama emocionados y nos asomamos por el ojo de buey del barco Esperanza. No, no ha sido un sueño, estamos de verdad en el Polo Norte, el Ártico es real y lucha sin descanso por conservarse.
Estamos completamente rodeados de hielo y Arne, el piloto de hielo, nos anuncia que hemos llegado al borde del hielo marino ártico y que la capa de hielo es lo suficientemente densa y gruesa como para que podamos desembarcar. Excitados vamos a prepararnos, cogemos los trajes especiales para la expedición en la superficie, los chalecos, las cámaras y trípodes mientras la tripulación trabaja preparando el desembarque.
La imagen es fascinante. El hielo marino flota a la deriva mientras da cobijo en sus adentros a una fauna increíble como osos polares, focas, narvales y ballenas.
Por fín nos dan el permiso para desembarcar y bajamos junto con Carlos Bardem, Alberto Ammann y Álvaro Longoria que trabajan con pasión en la toma de imágenes y vídeos para una pieza documental que servirá para llegar más lejos con nuestra campaña, dando a conocer la situación del Ártico y la importancia de su protección.
Caminar por este terreno no es nada fácil. Los montículos de nieve se mezclan con agujeros donde entra el agua helada del mar. Los colores pasan por el blanco, al negro, el azul celeste y el gris, en función del grosor de la capa de hielo. “Caminad siempre por la zonas blancas, es donde la capa es más gruesa”, nos dice el experto que nos acompaña. Vamos despacio y en línea, metiendo los pies en las huellas que ha dejado nuestro compañero de delante. Aun así no faltan las caídas.
La sensación que tengo entre emoción, miedo, nervios y fascinación es muy difícil de describir. Miro dónde piso con cuidado, pero también levanto la mirada para asegurarme de que no está cerca ningún oso polar. Y me estremezco de solo pensar que en días de verano de las próximas décadas veremos el Ártico libre de hielo debido al calentamiento global y de que el hielo que piso ahora amenaza con derretirse debido al uso insaciable que hacemos del petróleo, del gas y del carbón.
Estamos dañando seriamente el planeta, este bello lugar en el que vivimos y que nos da sustento. Hemos llegado hasta aquí para pedir la creación de un Santuario Global y para denunciar las prospecciones de petróleo en esta región.
El alto Ártico no pertenece a ningún país ni a ninguna empresa. El Ártico es único, mágico, maravilloso y está en nuestras manos protegerlo, juntos podemos conseguir que se mantengan lejos de aquí los intereses de las petroleras que ven en el deshielo una oportunidad para extraer el gas y el petróleo de este lugar.
¿Qué puedes hacer tú?
- Únete a la campaña por el ártico y firma para pedir su protección.
- Sigue la expedición en nuestro blog y redes sociales y difúndela. #ExpedicionArtico