Navego de nuevo a bordo del barco Esperanza, por el mar de Barents alrededor de las Svalbard, en el Ártico. Ya han pasado cuatro años desde que estuve en el mismo lugar trabajando como marinera y vienen a mi mente multitud de recuerdos de aquella maravillosa experiencia. El frío polar me corta la cara mientas multitud de aves vuelan junto a nosotros.
El reencuentro con los simpáticos araos, los charranes, los frailecillos, las gaviotas de márfil, las ballenas y las focas me hace sentir que nada ha cambiado desde entonces.
Pero es solo un espejismo de este desierto helado. Sí que han cambiado muchas cosas: la carrera por extraer los recursos del Ártico se ha acelerado y las grandes petroleras como Shell, Gazprom, y Statoil no han parado de invertir y de perforar el Ártico para extraer el gas y el petróleo de sus heladas aguas. En 2012 se registró un mínimo histórico en los datos del hielo marino ártico, en 2013 se alcanzaron las 400 ppm de CO2 en la atmósfera y en septiembre del mismo año 30 compañeros estuvieron detenidos en una cárcel rusa durante dos meses por defender este ecosistema y por intentar evitar las prospecciones de petróleo.
Las temperaturas de Svalbard en invierno han aumentado en las dos últimas décadas entre 2 y 3 ºC por década y la población de osos polares se encuentra amenazada por la pérdida del ecosistema Ártico.
Me asomo a la proa desde la cubierta del barco y veo los trozos de hielo que flotan a nuestro alrededor. En el horizonte, lejos todavía, puedo ver el mar de hielo. Hoy llegaremos al borde del mar helado, hábitat de osos polares, morsas y focas. Este mar helado que mengua por momentos y del que, como consecuencia del calentamiento global, en los últimos 30 años se han perdido tres cuartas partes de su volumen durante el mínimo de hielo ártico anual, que tiene lugar en septiembre.
Respiro despacio y me siento feliz por estar aquí trabajando por defender el Ártico, junto con una tripulación fabulosa y junto a los actores Carlos Bardem y Alberto Amman y al productor Álvaro Longoria. No podemos permitir que destruyan el Ártico. No podemos seguir extrayendo petróleo y quemándolo si queremos evitar los peores impactos del cambio climático.
Por eso, en Greenpeace llevamos luchando más de tres años por la creación de un Santuario Global en el Ártico, para que se proteja de las actividades industriales, como la extracción de petróleo y la pesca. El Ártico es de todos y tenemos que protegerlo. Es el momento de actuar y exigir a los estados que den un paso para proteger este espacio del que dependemos todos los habitantes del planeta.
¿Qué puedes hacer tú?
- Firma la campaña y embárcate con nosotros para salvar el Ártico.
- Sigue nuestra expedición en redes sociales o conoce más sobre el Ártico.