El 5 de julio de 2005, en Greenpeace presentábamos nuestro informe Destrucción a Toda Costa. En la portada, escogido como símbolo de los desmanes colocamos el peor ejemplo que encontramos en el litoral, el hotel ilegal de El Algarrobico, en Almería. Y no era capricho o casualidad, sus ilegalidades se acumulaban en una lista interminable que denunciamos públicamente y en los tribunales. La principal reclamación era que había sido levantado en un espacio natural protegido, en zona no urbanizable.
Nos encontramos con el rechazo feroz a nuestras alegaciones de las administraciones, con el Ayuntamiento de Carboneras a la cabeza. Hoy, la justicia, once años después, nos ha dado la razón una vez más - el Ayuntamiento ya acumula 22 sentencias desfavorables en este periplo judicial - y el Tribunal Superior de Justicia de Andalucía ha obligado al Ayuntamiento almeriense a modificar sus planes urbanísticos para que el sector de El Algarrobico desaparezca para siempre como urbanizable al tratarse de un espacio protegido.
Esta sentencia de hoy, además, deja sin contenido jurídico - y sin sentido - a aquella otra que dictó hace dos años un magistrado diciendo que la licencia de obras era legal.
Así que ahora le toca al Ayuntamiento de Carboneras cumplir la sentencia y clasificar El Algarrobico como suelo no urbanizable. A continuación debe anularse la licencia de obras. Y entonces se debe demoler inmediatamente el mastodonte ilegal, que invade un espacio protegido e incumple la Ley de Costas.
La playa de El Algarrobico en particular, y todos los arenales y costas españolas se lo merecen. Tenemos un litoral envidiable, con infraestructuras más que suficientes, por decirlo de forma suave, y tenemos el derecho a disfrutar y el deber de proteger aquellas playas que están en espacios protegidos.