Aunque España ha comenzado con mal pie en el mundial de fútbol, es indudable que tiene un equipo con calidad suficiente como para aspirar a lo máximo. También en la energía tenemos un equipazo, que podría ser campeón del mundo, pero las decisiones que está tomando el presidente del club, Miguel Sebastián, pueden arruinar las aspiraciones del equipo e incluso mandarlo a segunda.

El equipo eléctrico español se ha renovado en los últimos años, con la incorporación de jugadores jóvenes de la cantera, los renovables, que están rompiendo todas las expectativas:

El más destacado es Eólico, un jugador rápido, que a pesar de su juventud es un auténtico líder en el terreno de juego. Aunque se le acusa de tener un rendimiento variable, lo cierto es que cada año da mejores resultados, y nunca está ausente. En varios partidos ha sido el máximo goleador.

Otro jugador nacional que ha irrumpido brillantemente es Fotovoltaico. Cada día produce lo que se espera de él, y en un par de años ha tenido un crecimiento explosivo, muy por encima de las expectativas del entrenador.

La última incorporación de la cantera ha sido el jovencísimo Termosolar, con una técnica muy depurada, capaz de adaptarse a las exigencias del juego y de complementar las variaciones de los otros jugadores. Muchos países envidian tener un jugador de esas características, aunque en España aún no se le valora lo suficiente.
El veterano hidráulico se mantiene disponible, aunque el entrenador hasta ahora le ha encomendado funciones más especulativas, en vez de ponerlo al servicio de las necesidades de sus jóvenes compañeros renovables, para lo que sería un gran apoyo.

Otros jugadores del filial que prometen incorporarse al equipo son Eólico Marino, Biomaso, Geotérmico, Oceánico... Entre todos, en pocos años podríamos tener un equipo 100% renovable.

Sin embargo, el entrenador sigue recurriendo a los viejos veteranos de las energías sucias, todos ellos venidos del extranjero:

Nuclear, el más peligroso, pero no para el equipo contrario, sino para el propio. Se jacta de jugar siempre a piñón fijo, pero a veces falla sin previo aviso y ha de ser sustituido sin que el suplente haya podido siquiera calentar. Lo peor es que va dejando un rastro de residuos de larguísima duración, que el presidente del club anda como loco buscando un lugar donde enterrarlos. El público rechaza mayoritariamente a Nuclear, porque sus fallos no sólo pueden arruinar el partido sino hacer desaparecer el estadio. Jugadores como éste son los más caros de fichar, pero él se empeña en alargar su edad de jubilación para más de 40 años.

Carbón es el más viejo. Conocido por el juego sucio, el que más desestabiliza el clima, últimamente ha perdido tanta competitividad que Sebastián ha decidido ofrecerle una prima extra por jugar, encareciendo absurdamente el precio de las entradas.

Petróleo es famoso también por la suciedad de su juego. Aunque participa muy poco en los partidos de electricidad, en la competición del transporte es aún hegemónico. Su prestigio está muy dañado a causa de los desastres que va provocando, como el último en el golfo de México. Gas es el más joven de los no renovables. El club puso muchas esperanzas en él y se gastó mucho dinero en ficharle. Sin embargo, es un jugador exigente que se queja de que ahora gana menos por culpa de los renovables, sobre todo Eólico, que le restan tiempo de juego.

Aunque España ha mejorado su juego, cada vez más limpio y efectivo, con la incorporación de los jóvenes renovables, la directiva del club ha presentado un plan increíble. En vez de aumentar la participación de los renovables, para alcanzar un equipo 100% renovable que sin duda sería campeón del mundo, ha limitado su crecimiento a un máximo del 40% para 2020. De esta forma, los viejos no renovables podrán seguir jugando y sus representantes seguirán enriqueciéndose. La excusa es económica, ya que se acusa a los jóvenes renovables de ganar demasiado. En los partidos de electricidad, cada uno gana según el tiempo que juega, y a los renovables se les da una prima por la mejor calidad ecológica de su juego. Sebastián quiere recortar esas primas, e incluso se plantea cosas tan increíbles como limitar el tiempo de juego de cada jugador renovable, limitar el número de goles que pueda marcar o rebajarles la ficha con la que se les contrató. Evidentemente, en esas condiciones los jugadores renovables acabarán fichando por equipos de otros países, y España perderá todas las opciones de ganar el mundial de la energía.

Volviendo al mundial de fútbol de Sudáfrica, los habitantes de Jericó, un pueblo cerca de Johannesburgo, van a poder ver los partidos gracias a un área de visualización pública alimentada con energía solar, construida por Greenpeace.

CIBERACTÚA  YA


Jose Luis García Ortega, Responsable Proyectos Energía Limpia de Greenpeace España