Garoña necesita 24.331 litros por segundo de agua del río Ebro para la refrigeración de su reactor nuclear. Y una vez utilizada, la devuelve al Ebro pero caliente, más caliente de lo que el Ebro puede soportar.

Esta es la evidencia que Greenpeace puso sobre la mesa, tras dos años de trabajo, y un detallado informe elaborado por Anbiotek, una de las principales empresas de servicios de vigilancia de la calidad de las aguas naturales en Euskadi. La Confederación Hidrográfica del Ebro (CHE) ha afirmado que el Ebro cada vez tiene menos caudal y que serían necesarias torres de refrigeración o una bajada de la potencia de la central para mantener la calidad del medio ambiente.

Son muchos los datos y análisis que aporta Greenpeace, y son muchas las pruebas evidentes de las afecciones al Ebro pero quizás la más visual es la “pluma térmica”.


Cuando Garoña vierte al Ebro el agua caliente, y por lo tanto menos densa, se “desliza” sobre el Ebro aguas abajo y tiende a mezclarse llegando a tener una extensión máxima de más de 20 km. Pero cuando el Ebro lleva un caudal bajo, la “pluma” se extiende aguas arriba y esto ocurre casi todo el año. Conclusión: Nuclenor utiliza agua caliente para refrigerar.




Tal y como están las cosas, incluso en el caso de que el Ministerio de Industria consiga aprobar la normativa que encubre la reapertura de Garoña con carácter retroactivo, Nuclenor tendría que hacer muchas inversiones, y recordemos, según ellos han cerrado por problemas económicos.


Raquel Montón (@RaquelMonton) responsable de la campaña Antinuclear de Greenpeace