La aceptación del acuerdo comercial UE-Canadá, el CETA, por parte del PSOE “renovado” sigue ampliando las contradicciones de este partido y mostrando su cara más neoliberal. Parece que a algunos les falta valentía para enfrentarse a la actual ola desreguladora y liberalizadora mundial, con sus graves efectos sobre las personas y el medio ambiente.
Como en la novela “El extraño caso del Doctor Jekyll y Mr Hyde”, el PSOE de Pedro Sánchez acierta a la hora de diagnosticar alguno de los males del desgobierno mundial y apunta en sus análisis que "Nuestro país no es ajeno a las consecuencias globales de décadas de impactos sociales y ambientales de un modelo capitalista de producción muy deficientemente regulado, sostenido merced al consumo intensivo de materias primas y bienes naturales limitados, y en el que conviven a un tiempo dos mundos separados por la profunda brecha del injusto reparto del crecimiento".
Pero tras la ingestión de la pócima, acto seguido Mr. Hyde elabora sus enmiendas a la ponencia de su próximo Congreso Federal donde se olvidan de las consecuencias globales del modelo de capitalismo actual y se limitan a pedir “una vigilancia especial del cumplimiento de las salvaguardas sociales y ambientales del CETA y de otros futuros acuerdos comerciales”. ¿Vigilancia de las salvaguardas? El PSOE vuelve a decepcionar a la sociedad civil y se olvida del régimen de opacidad y bajo la influencia de qué actores fueron negociados el TTIP y el CETA, las negociaciones actuales para el Acuerdo General de Servicios (TISA) o el acuerdo bilateral entre la UE y Japón. Sin estar ratificado el CETA por la mayoría de parlamentos europeos, el PSOE tira la toalla.
El pasado mes de enero, Greenpeace publicó un informe donde analizaba el contenido del CETA a la luz de los “Diez principios progresistas del S&D para una nueva era de acuerdos comerciales”, documento había sido elaborado por la Alianza Progresista de Socialistas y Demócratas en el Parlamento Europeo (grupo socialdemócrata o S&D). Dicha evaluación de Greenpeace concluía que el CETA incumple estos diez principios y que, por tanto, el grupo socialista abandonaría sus principios si decidía votar a favor de la ratificación del CETA. Y muchos eurodiputados socialistas votaron a favor del CETA en el pleno del Parlamento Europeo el pasado 15 de febrero.
Pero no todos. Curiosamente, mientras los españoles votaron en bloque a favor, el resto de los socialdemócratas europeos estuvieron divididos, votando en contra todos los eurodiputados franceses (13), 7 italianos (de 31 eurodiputados), 5 alemanes, 5 de Polonia, 3 de Austria, 3 de Bélgica, 4 de Bulgaria, 4 de la República Checa, 2 de Portugal, 1 de Suecia.
Más recientemente, en mayo, 9 eurodiputados socialdemócratas de diferentes países europeos han firmado una carta donde solicitan una nueva política comercial en la Unión Europea. En dicha carta los parlamentarios socialdemócratas piden "una verdadera revolución en el contenido de los acuerdos comerciales", que deben defender y apuntar a "difundir nuestro modelo social". También, los socialistas reclaman a la UE que debería ser "más intransigente cuando se trata de respetar nuestras normas" y debería defender "normas sociales, medioambientales o sanitarias".
Al contrario de lo que ocurrió con el TTIP, poco o nada se está hablando del CETA. Por eso Greenpeace ha elaborado un documento de posición sobre la nueva generación de acuerdos comerciales y de inversión donde presentamos 10 principios o condiciones que deberían cumplir este tipo de tratados bilaterales para hacer del mundo un lugar más justo, inclusivo y conectado, donde el comercio no sea un fin en sí mismo, sino un medio para avanzar en la consecución de unos objetivos sociales y ambientales que nos mantengan dentro de nuestros límites planetarios.
Con este documento Greenpeace pretende influir en el debate que se está produciendo en la Comisión de Exteriores del Congreso de los Diputados sobre el proyecto de ley de ratificación del Acuerdo Económico y Comercial Global entre la Unión Europea y Canadá (CETA) que, previsiblemente, entrará en vigor de manera provisional el mes que viene.
El PSOE debe asumir que para asegurar que el comercio sea beneficioso para las personas y el planeta, y no al revés, la política sobre comercio e inversión debe ser transparente y democrática, no como hasta ahora. El comercio y la inversión deben tener en cuenta que vivimos en un planeta finito cuyos límites no deben ser sobrepasados, haciendo un uso equitativo y sostenible de los recursos naturales.