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Campo de arroz en Thailandia |
No es un pintura, no es un tapiz: es un campo de distintas variedades locales de arroz en una de las regiones más fértiles de Tailandia.
El arroz es el alimento básico más importante a nivel mundial. El Sureste Asiático produjo el 25% del total mundial en 2008. Sin embargo, este imprescindible cultivo ya está sufriendo los impactos del cambio climático, y además en países como Indonesia, Filipinas y Tailandia tienen que enfrentarse a la amenaza de la industria biotecnológica que está presionando para que el arroz transgénico desplace a las variedades locales.
Tailandia tiene un patrimonio de cultivo de arroz importantísimo, y con tales amenazas, queremos que se conozca su valor y animar a los tailandeses a que protejan su riqueza.
Por eso, desde el comienzo del año, Greenpeace diseñó este campo y junto con los agricultores y agricultoras se sembraron dos variedades locales: una verde llamada Chai-nat 1 y una variedad negra denominada Khum Phayao.
El campo artístico de arroz ocupa 16.000 metros cuadrados y representa a campesinas y campesinos con sombreros de paja y hoces, el atuendo tradicional. Así trabaja Samnieng Huadlim, de 62 años, en agricultora ecológica desde 2004. Ella se opone a los transgénicos, porque sabe que no son la solución. Para la misma parcela, Samnieng invierte 1.000 bahts tailandeses frente a los 4.000 bahts a los que tendría que hacer frente con una cultivo basado en agroquímicos. No es cierto que los cultivos transgénicos tengan una producción mayor.
La amenaza no está sólo en Tailandia, recordemos que en la UE, actualmente, el arroz modificado genéticamente (MG) sólo existe en campos experimentales, pero esto podría cambiar de un día para otro ya que la compañía Bayer y algunos gobiernos están intentando comercializarlo. El arroz creado por Bayer (denominado LL62), ha sido modificado genéticamente para soportar altas dosis de glufosinato, un herbicida que se echa en los campos de arroz para el control de un amplia variedad de hierbas. Y por supuesto, el herbicida lo comercializa Bayer, de esta manera se aseguran la dependencia de agricultoras como Samnieng, que tiene que asumir gastos muy superiores, cosechas menos productivas y la pérdida de las variedades locales (que son las que aseguran la alimentación futura y la fertilidad de las tierras).
Con este campo de arroz, queremos celebrar el patrimonio de Tailandia y queremos recordar a los gobiernos que deben proteger la región más importante en cuanto a este cultivo amenazado por la industria transgénica, y apostar por la biodiversidad para que los seres humanos tengamos acceso a una alimentación segura y nutritiva.
- Rechaza el arroz transgénico
Mónica Parrilla
Campaña de Transgénicos.