¿Qué harías si tuvieras 1,7 billones de dólares? Y si te dijeran que tienes que gastar esa cantidad para hacer que la gente esté más segura, ¿en qué te los gastarías?
1,7 billones de dólares fue la cifra de gasto militar mundial el año pasado, de acuerdo a las estimaciones del Instituto de Investigación para la Paz de Estocolmo (SIPRI, por sus siglas en inglés). Dado que el gasto militar es una de las pocas áreas que no están sufriendo recortes de gasto masivos por parte de los gobiernos, cabe preguntarse, ¿está esto logrando que el mundo sea un lugar más seguro? ¿Qué puede esto aportar a los padres de los 7,6 millones de niños que mueren cada año antes de cumplir los cinco años, especialmente en países en vías de desarrollo? ¿Qué supone, en un mundo donde 925 millones de personas no tienen alimentos suficientes para comer, el 98% de ellos en países en vías de desarrollo? ¿Qué bienestar les aporta? En un mundo donde millones de personas están siendo desplazadas y expulsadas de sus hogares debido a factores relacionados con el cambio climático, como la sequía, la erosión, las inundaciones y los daños a las cosechas, ¿servirá el gasto militar para proporcionarles un nuevo hogar?
Los “halcones” y los contables que les llevan las cuentas probablemente argumentarán que se trata de un precio aceptable por mantener la seguridad nacional e internacional.
¿Qué entienden por seguridad? ¿Qué es la seguridad real? Según dijo en 1994 el Programa de la ONU para el Desarrollo (PNUD), “la seguridad humana es un niño que no muere, una epidemia que no se transmite, un puesto de trabajo que sigue existiendo, una tensión étnica que no estalla de forma violenta, un disidente que no es silenciado. La seguridad humana no tiene que ver con armas, sino con la vida y la dignidad”. Esta definición vale para mí.
En Greenpeace siempre hemos trabajado por la verdadera seguridad. Éste es el corazón de lo que hacemos. Pensamos que en lugar de gastar grandes sumas de dinero en la maquinaria de la guerra, necesitamos dirigir nuestros recursos financieros e intelectuales hacia la seguridad real. Necesitamos abordar la inmensa amenaza que supone la presión del cambio climático sobre recursos básicos como los alimentos, el agua, la energía y la tierra. Unas presiones que ya están alimentando conflictos, guerras y sufrimiento.
El mundo está derrochando montones de dinero en nombre de la seguridad y pocos países tienen claras cuáles son las prioridades. Pero echemos un vistazo a los que gastan más, que son precisamente quienes deberían actuar por la paz en nombre de la comunidad global. Miremos a los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad de la ONU: China, Francia, EE UU, el Reino Unido y Rusia. De acuerdo a los datos del SIPRI, no hay grandes sorpresas aquí: los que más gastan son estos cinco países. EE UU encabeza la lista con casi la mitad del total mundial. Los otros cuatro le siguen a considerable distancia pero, sumados, constituyen lo que podríamos llamar “el club del billón de dólares en gasto militar”.
Hay un recurso muy común en el cine bélico que dice que, por ahí fuera, en algún lugar, hay una bala que lleva tu nombre. De acuerdo con Oxfam, en realidad hay dos, o más. Este año se van a producir dos balas por cada habitante que tiene el mundo. Se están gastando inmensos recursos en prepararse para la guerra pero, ¿cuánto se está gastando para prevenirla? ¿Cuánto en mitigar los riesgos del cambio climático? Muy poco, por comparación, y desde luego no comparable con esto.
En 2009, en la COP de Copenhague, los jefes de estado de los países desarrollados comprometieron 30.000 millones de dólares hacia el mundo en desarrollo para medidas orientadas hacia la adaptación y mitigación del cambio climático, en el periodo 2010-2012. También prometieron un incremento hasta un total anual de 100.000 millones para 2020, lo que parece mucho hasta que se hace la comparación: 10.000 millones al año es el 1% de los presupuestos militares de los cinco miembros permanentes del Consejo de Seguridad, y 100.000 es sólo el 10%. EE UU por sí solo podría alcanzar el compromiso de 100.000 millones y estar todavía medio billón de dólares por delante de su más inmediato competidor en gasto militar, que es China.
Los fenómenos ligados al cambio climático están incrementando la amenaza de guerras y conflictos y suponen una amenaza sin precedentes para la seguridad humana. Para conseguir una verdadera seguridad, debemos abordar el cambio climático e invertir en soluciones sostenibles. Por ejemplo, ¿qué tal invertir en proteger los océanos? Los científicos estiman que conservar entre el 20 y el 30% de nuestros océanos constaría entre 5.000 y 19.000 millones al año. Como resultado se crearía un millón de nuevos puestos de trabajo y se promovería la pesca sostenible por un valor entre 70.000 y 80.000 millones de dólares al año. ¿Y qué tal salvar nuestros bosques? ¿Y qué tal una revolución energética? Salir del ciclo de combustibles fósiles que destruyen el clima y peligrosa energía nuclear requeriría una inversión adicional anual en torno a 280.000 millones. Esas inversiones serían recuperadas con creces en forma de ahorro de costes en combustible y puestos de trabajo generados. Y no hace falta ser un científico puntero para saber que reducirían de forma notable la amenaza de futuras guerras, al reducir nuestra dependencia de los combustibles fósiles.
Hay cantidades ingentes de dinero, de imaginación y de inteligencia humana dedicados a prepararnos para la guerra y a luchar en ellas. Imaginemos lo que se podría conseguir si la misma energía, imaginación e inteligencia se invirtieran en la paz, en una paz verde.
Kumi Naidoo, directo ejecutivo de Greenpeace Internacional
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