Los viajes por mar son bien distintos a cualquier otro medio que utilizamos en estos tiempos, especialmente si lo comparamos con el avión. Así pues, aunque el Rainbow Warrior zarpó de la relativamente cercana Taiwán el pasado jueves 21, tardamos ocho días en estar frente a la Bahía de Tokio. Fue una buena travesía en la que pudimos utilizar las velas al menos en la mitad del recorrido pues los vientos del sur y del oeste nos acompañaban. Nuestra intención era poder entrar en las aguas territoriales de Japón para poder trabajar en ellas pero no nos fue posible. Tras semanas de negociaciones y espera hasta el último momento, con el barco plantado a las “puertas” del país capeando un pequeño temporal, no conseguimos encontrar agente que nos represente y poder formalizar todo el papeleo de aduanas necesario.
Así pues, tras conceder un día más de margen, decidimos continuar hacia el norte. Nuestra meta es conseguir datos objetivos sobre los niveles de radiación en el medio marino en torno a la central nuclear de Fukushima y, por otro lado, darlos a conocer a los ciudadanos japoneses puesto que el alimento que viene del mar es vital para ellos y son los primeros afectados. Como contrapartida, lo único que hemos obtenido por parte de las autoridades japonesas ha sido el permiso para acercarnos a las costas japonesas pero no más allá del límite de las 12 millas naúticas (que vienen a ser poco más de 22 kilómetros), lo que se llaman “aguas territoriales” de un país. Además, en torno a la central nuclear afectada, se ha establecido por el momento como “zona de exclusión” un perímetro de 30 kilómetros. Tampoco nos han concedido permiso para poder trabajar dentro de este perímetro... ¿Tanto miedo da a un gobierno la información independiente que pueda ofrecer una organización sobre los niveles de radiación que están afectando a su país?
Durante todo el trayecto desde Taiwán hasta Fukushima, nos hemos estado preparando gracias a los dos especialistas en radiación que llevamos a bordo. Hemos instalado filtros especiales en las tomas de aire de los sistemas de ventilación del barco que nos permite aislarnos en caso de necesidad. Tenemos varios detectores de radiactividad en el exterior del puente de mando y los comprobamos de forma continua. También hemos instalado un área de descontaminación en uno de los laterales del puente de forma que, como precaución, todo aquel que venga del exterior ha de lavarse y quitarse las botas de agua con las que necesariamente te mueves por cubierta.
Ahora que estamos frente a Fukushima, estamos tomando muestras de agua, recogiendo algas marinas que flotan en la superficie y también, de vez en cuando, obteniendo pescado de los barcos que están faenando en la zona. Para recoger estas muestras utilizamos la mayor de nuestras zodiacs acercándonos hasta el límite de la zona de exclusión. El Rainbow Warrior queda siempre en el límite de los 50 km que es el margen de seguridad que Greenpeace ha impuesto para el barco. Para los tripulantes de esta zodiac, las medidas de protección son mucho mayores ya que llevan trajes especiales herméticos, guantes, botas y mascarillas. Al volver al barco, todo el equipo material y humano es lavado a conciencia y luego pasan el control del detector de radiación que empezará a pitar si encuentra niveles no deseados. Estamos aplicando un Protocolo de Seguridad Radiactiva y estamos controlados en todo momento por expertos en radiación.
Por último comentar que, aunque a nosotros no se nos ha permitido entrar en las aguas cercanas a Fukushima, precisamente anoche salió la noticia de que Tepco, propietaria de la central nuclear, había iniciado unos días antes de nuestra llegada una investigación de los niveles de radiación de los sedimentos marinos en los alrededores de la central afectada... Los datos son escalofriantes: se han detectado niveles entre 100 y 1000 veces superiores a los considerados como normales.
Así pues, la realidad es que, con nuestra presencia, hemos forzado el que finalmente se estén realizando estos estudios en el medio marino que rodea Fukushima, y se puede considerar como una victoria de la organización ya que esto es precisamente lo que hemos venido a hacer aquí con el Rainbow Warrior. Aún así y, pese a todas las limitaciones impuestas, nosotros seguimos haciendo nuestro trabajo.
En Fukushima, a bordo del Rainbow Warrior, Maite Mompó, marinera de Greenpeace
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Greenpeace se adhiere a la manifestación convocada por múltiples organizaciones ecologistas, sociales, sindicales y partidos políticos
Lugar: salida en la Puerta de Toledo y termina en la Puerta del Sol (Madrid).
Fecha: el domingo 8 de mayo
Hora: 12,00 h
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