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25 Activistas de Greenpeace ocupan una central térmica de carbón en Marghera (Italia) durante la reunión del G8 |
La reunión del G-8 en Italia ha finalizado. Los líderes han vuelto cada uno a su país, y nos preguntamos qué ha supuesto de verdad esta reunión para el medio ambiente de nuestro planeta, ya que el problema del cambio climático y la necesidad de reducir las emisiones estaba en la agenda, y ha sido ampliamente tratado en los medios de comunicación. La expectación era mucha, ya que la incorporación de Obama aportaba nuevos ingredientes, y nuevas expectativas.
Los titulares de prensa no explican demasiado sobre el calado de las decisiones finales: "El G-8 luchará contra el cambio climático" , dicen los medios más optimistas; mientras otros se centran en el desacuerdo de los gobiernos de China e India, con la propuesta del G-8. También están los que se hacen eco de las múltiples críticas, y califican el acuerdo como insuficiente.
Vayamos por partes; Los líderes el G-8 (EEUU, Japón, Canadá, Rusia, Alemania, Italia, Francia y Gran Bretaña) han reconocido en su manifiesto final la gravedad del problema del cambio climático. Sus países, con un 13% de la población mundial, emiten más del 40% de los gases de efecto invernadero, y por tanto, tienen la mayor responsabilidad en la limitación de esas emisiones. Además, se debería esperar de ellos un liderazgo sin fisuras en un asunto tan grave, según ellos mismos vuelven a reconocer una vez más.
Estos países se han comprometido en la reunión de Italia a reducir en un 80% sus emisiones de gases para el año 2050. Lo cual, implica aceptar que es necesaria una revolución energética renovable que nos saque definitivamente de la dependencia de los combustibles fósiles. Sin embargo, al acuerdo le ha faltado un detalle fundamental, sin el cual pierde casi toda credibilidad: un compromiso intermedio y, en concreto, un acuerdo de cara a 2020.
Dejar todo compromiso a un fecha tan lejana como 2050 es lo que ha dejado descontentos a muchos, entre otros al Secretario General de Naciones Unidas, Ban Ki Moon. La razón es evidente: no se puede dejar la lucha contra el cambio climático a la próxima generación, cuando sus consecuencias sean ya irreversibles.
De ahí el descontento con la declaración del G-8, que no parece ir más allá de una débil y mediática declaración de intenciones.
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Juan Lopez de Uralde, director de Greenpeace España