La ambición humana no conoce límites. Por eso hasta en este remoto espacio natural hay explotaciones mineras. En concreto la explotación del carbón de Svalbard se ha multiplicado en la última década. Esa misma ansia por innovar y descubrir que trajo a los primeros exploradores a estas islas, debería ayudarnos ahora a impulsar modelos 100% renovables, y alejarnos de los combustibles fósiles que ya deben ser dejados atrás.
La quema de carbón es la mayor amenaza al clima. Es el origen de un tercio de todo el CO2 que se emite globalmente. De seguir las cosas como hasta ahora, aumentarán las emisiones en un 60% para el año 2030. Este combustible sucio todavía genera el 40% del total de la electricidad mundial. No podemos seguir dependiendo del carbón y de la nuclear.
El hambre de consumo de carbón lleva a las compañías hasta el Ártico, como pone de manifiesto la explotación en Svalbard. Las 2,4 millones de toneladas de carbón extraído aquí solamente en 2009 se quemarán en centrales térmicas de toda Europa. Paradójicamente, la quema de este carbón genera cambio climático que destruye el ecosistema Ártico.
Las minas de Svalbard
La mina de Svea pertenece a la compañía pública noruega Store Norske, el único productor de carbón en Noruega. Es la compañía carbonera que opera más al norte en el mundo.
Aunque la minería en Svalbard data de principios de siglo, esta mina se abrió en 2002. Hasta ahora se han extraído de ella 20 millones de toneladas de carbón. El 95% se exporta fuera de Noruega a diversos países, entre ellos España. Aunque esta mina podría agotarse en 2014, la compañía planea abrir una nueva mina. El Parlamento noruego debe decidir en 2010 si prolonga o elimina la minería del carbón en Svalbard.
En todo caso la explotación minera y petrolífera de este magnífico archipiélago debiera estar fuera de lugar, pero la paradoja es mayúscula cuando es el mismo carbón de sus entrañas es el que destruye el Ártico.
Desde las islas Svalbard, Juan López de Uralde, director de Greenpeace España