Las negociaciones de Doha empiezan a calentarse... sobre todo las referentes al Protocolo de Kioto, cuyo segundo periodo de compromiso tiene que estar listo para su firma, al final de esta cumbre. Hay varios temas técnicos que deben cerrarse antes de que lleguen los ministros y otros que deben quedar casi listos para que ellos, los únicos que pueden tomar una decisión política, no tengan muchas opciones entre las que elegir.
Este es el caso de las reglas que deben regular el uso que puede darse a los derechos de emisión sobrantes del primer periodo de compromiso del Protocolo de Kioto, el llamado “hot air” (aire caliente). La cancelación de estos derechos de emisión sobrantes es esencial para asegurar que la segunda fase del Protocolo de Kioto y el posterior acuerdo global van a permitirnos abordar reducciones de emisiones efectivas. Traspasar los derechos de emisión sobrantes a un Protocolo de Kioto muy débil en términos de compromisos de reducción de emisiones o incluso más allá, hasta el acuerdo global, permitiría a muchos países no tener que hacer nada para reducir sus emisiones, lo que equivaldría a renunciar directamente al reto de mantener el calentamiento global por debajo del límite de 2ºC.
Como principal valedor del Protocolo de Kioto, la UE tiene que tener un papel importante en esa discusión, algo imposible porque no ha conseguido cerrar una posición común sobre el tema. La UE se presenta en la cumbre de Doha cargada de aire caliente sobrantes del primer periodo de compromiso del Protocolo de Kioto y con la imposibilidad, por la oposición principalmente de Polonia, de establecer una posición unitaria basada en la integridad ambiental. Una posición, la de Polonia, respaldada por países como Ucrania o Rusia.
La total cancelación de estos derechos de emisión es esencial para asegurar que, en el segundo periodo de compromiso de Kioto, las partes asumen compromisos alineados con la ciencia y empiezan de nuevo, aprendiendo de los errores cometidos en la primera fase, dos de los cuales fueron el establecimiento de compromisos demasiado bajos y el exceso en el reparto de los derechos de emisión.
Lo anterior no es solo indispensable para salvar el clima, sino que es esencial para no seguir generando aire caliente y fortalecer el sistema de comercio de emisiones que, a su vez, es lo que nos tiene que permitir incentivar las inversiones limpias. Cuanto más ajustada sea la cantidad de derechos de emisión que hay en el mercado, más elevado será el precio del CO2 y más caro se va a pagar por contaminar. Esto es lo que están pidiendo los países más vulnerables y las ONGs como Greenpeace, pero también los principales grupos de inversión a nivel internacional.
Pedimos que los derechos de emisión sobrantes se cancelen al fin del primer periodo de compromiso del Protocolo de Kioto (diciembre de 2012) y que los compromisos que se inscriban en el nuevo periodo garanticen que las partes van a realizar un nuevo esfuerzo para reducir la cantidad de gases de efecto invernadero que emiten a la atmósfera. A fin de cuentas, la UE tiene un compromiso asumido de reducir las emisiones entre el 80 y el 95% en 2050 que tiene que alcanzar. Cuanto más tardamos, más oportunidades perdemos de tener una trayectoria razonable en términos climáticos y económicos, además de estar firmando un cheque en blanco que en términos de impactos nos tocará pagar. Tarde temprano tendremos que hacerlo, así que...porqué no ponerse a ello ¿UE, dejamos el aire caliente en Qatar?
En Doha (Qatar), Aida Vila (@Aidavilar) , responsable de la campaña Cambio climático de Greenpeace España.
Más información:
- Salvar el clima y la economía. Demandas de Greenpeace para la cumbre de Doha
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