A veces tengo la sensación que la lógica no rige las acciones humanas, especialmente en el mundo de la política. Con la situación en Ucrania y el futuro energético en pleno debate en europa, la falta de resultados concretos de la última reunión de jefes de estado del Consejo Europeo (21 y 22 de marzo), no suena nada lógica.



En enero la Comisión Europea (CE) publicó un informe sobre los impactos que los posibles objetivos climáticos y energéticos que nos pongamos como UE implicarán a largo plazo. La CE plantea tres escenarios dependiendo de qué objetivos nos marquemos.

El resultado es claro, y se explica en el siguiente gráfico, cuanto más altos sean los objetivos, menos dependeremos de las importaciones de los combustibles fósiles y menos pagaremos por reparar la consecuencias de la contaminación.



Entonces la lógica indicaría, que nos deberíamos poner objetivos muy altos para ahorrar y (de paso, solo de paso) salvar al planeta. Pero nos encontramos con que los gobernantes europeos no se ponen de acuerdo y deciden tirár la pelota para la próxima reunión de junio, sin tomar decisiones contundentes.

Y esto cuando la situación con Ucrania deja muy patente el problema de depender de energías externas y encima en zonas conflictivas. Es importante recordar que la mayor parte del gas español viene de Argelia.  La opción lógica para lograr la independencia energética son las energías renovables, ya que son sostenibles, locales y según otro informe de la Comisión Europea, bajan los precio de la electricidad.
España podría perfectamente solo abastecerse de energías renovables para el 2050 si quisiéramos, entonces ¿cuál es el obstáculo?

En este punto es cuando la lógica se topa con la realidad. Las grandes eléctricas europeas se oponen a establecer objetivos ambiciosos para el 2030 y en especial de renovables. Y, básicamente, se oponen porque sus modelos de negocio esta basado en un modelo del siglo pasado, o sea seguir invirtiendo en energías fósiles y no en renovables. Esto es lo que muestra nuestro informe  "Atrapados en el pasado: Por qué las grandes compañías eléctricas europeas temen el cambio". Y ahí es cuando la lógica deja de ser lógica y pasa a ser un obstáculo financiero.

Marina Bevacqua (@marbevacqua), Área de Energía y Cambio Climático de Greenpeace

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