El martes fue el Día de la Tierra. Un celebración ciudadana que comenzó en Estados Unidos en 1970, con la que se pretende denunciar año tras año la degradación progresiva y continuada de nuestro entorno natural. Desde aquel año hasta hoy, esta celebración se ha ido extendiendo por todos los rincones del mundo, en la mayor manifestación global de solidaridad con la Tierra.
En España el Día de la Tierra se conmemoró durante el fin de semana con actos en muchas ciudades. El más numeroso fue la manifestación de Madrid contra el cambio climático, que convocó a unas diez mil personas. Como este año no estuvo por aquí Al Gore, ni tenemos Ministra de Medio Ambiente (al menos que los ecologistas hayamos tenido noticia), la cobertura de los medios ha sido más que discreta. Ello pesar de que los problemas siguen aquí, al menos con tanta intensidad o más que el año pasado.
Este año el Día de la Tierra se ha vivido con el escape de la central nuclear de Ascó como telón de fondo. Una cuestión sobre la que no parece que todavía hayamos conocido todos los detalles, y que va a seguir dando quebraderos de cabeza a los defensores de las centrales nucleares. Por cierto que me cuentan que andan deprimidos por el escaso éxito de su campaña pro-nuclear.
El nuevo gobierno lo ha celebrado aprobando un trasvase desde el río Ebro, aunque la vicepresidenta Fernández de la Vega -presunta autora de narbonicidio- haya decidido que no se trata de un trasvase.
En este Día de la Tierra han brillado por su ausencia los grandes anuncios de "empresas sostenibles" que llenaban las páginas de los periódicos hace tan sólo un año. Desconozco si han dejado de ser "sostenibles" o, siguiendo el ejemplo de Zapatero, (que para algo deben servir los líderes) han decidido eliminar el Medio Ambiente de entre sus prioridades. Seguiremos atentos.
Juan López de Uralde, director de Greenpeace España.
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