Desde hace algunos días se pueden avistar orcas en su entrada al Mediterráneo por el Estrecho de Gibraltar. ¿Qué comen las orcas? Atunes. Así, este fenómeno natural coincide más o menos en el tiempo (ya sabemos que la naturaleza no entiende de normativas y fechas) con el inicio de la temporada de pesca de atún rojo en el Mediterráneo.
Otro año más, la imagen que vemos en el mar es la misma. Los cerqueros atuneros sueltan sus redes y atrapan los bancos de atunes para llevarlos a las granjas de engorde en España, Francia, Malta y Turquía para luego vender a miles de euros la pieza en el mercado japonés. Sin embargo, sí que hay algo que cambia. Bajo la superficie, el número de atunes cada vez es menor. Tan sólo queda un 15% de la población reproductora de esta especie, y pese a las numerosas voces y advertencias que alertan sobre la crítica situación del atún rojo y la mala gestión de su pesquería, el último intento de protegerla en la pasada reunión de CITES en marzo de este año fue un rotundo fracaso.
Irónicamente, y casi diría que con cierto “retintín”, Japón, el país cuyo ávido consumo de atún rojo para elaborar sushi y sashimi es responsable del 80% del comercio internacional de esta especie, y que ya ha comenzado a tocar las teclas apropiadas para que la próxima reunión de la CBI (Comisión Ballenera Internacional) le sea favorable, propone 2011-2020 como la “Década de la Biodiversidad”.
Ante esta falta de iniciativa y de acción por parte de quienes deben tomar la decisión de proteger la especie, y de la efectiva presión de la industria podemos preguntarnos ¿cuántas temporadas más de pesca de atún rojo quedan? Muy pocas. De seguir así se estima que el atún rojo puede extinguirse comercialmente en 2015. Tan sólo cinco años.
¿Y qué pasará entonces con las orcas del Estrecho? ¿Tampoco nos importarán? ¿Y los cambios en el medio marino que provoca la desaparición de un depredador como el atún rojo? ¿O la pesca artesanal de esta especie? ¿Quizás los que se benefician de este gran negocio aportarán algo para compensar? No lo creo, buscarán una nueva especie a esquilmar y vuelta a empezar.
Elvira Jiménez, campaña de océanos de Greenpeace