Se acerca el 19º Congreso Mundial del Petróleo que tendrá lugar en Madrid, el enésimo cuento de hadas para lavar un poco la cara de la industria petrolera. A ver si este año, que ya estamos viviendo los efectos devastadores de la sangrante dependencia del oro negro, empezamos a entender que aprender a vivir sin petróleo no sólo es posible sino muy necesario.
Necesario porque lo que está ocurriendo a causa del aumento sin freno del precio del petróleo deja de manifiesto que su uso deberá pasar a ser un recurso del pasado no sólo para salvar el clima de las emisiones de CO2, sino también por lo peligroso que resulta depender de una fuente de energía que se importa de países terceros.
En el mundo se consumen 150.000 litros de petróleo cada segundo!! Y por si no fuera suficiente, hace tan sólo unos días, las grandes potencias pedían a la OPEP más crudo para inundar los mercados mundiales.
Si ver que el clima está cambiando todavía les cuesta a algunos, como acaba de demostrar la votación en el Senado estadounidense sobre las limitaciones de las emisiones de CO2, a otros les cuesta más todavía asignar y aceptar responsabilidades.
En España seguimos venerando el dios coche, cada vez más grande y más pesado, da igual que contamine más, da igual inclusive que Europa se gaste cada día mil millones de euros para importar petróleo.
A pesar de estas evidencias, los dos países que más producen coches en Europa, Francia y Alemania, han logrado un acuerdo para mantener los coches más eficientes fuera del alcance de los europeos por lo menos durante más de una década. Quieren que el viejo continente se quede en vilo cada vez que el precio del petróleo, importado fundamentalmente de Oriente Medio y Rusia, nos regala otra punta.
Acabaremos más dependientes y más lejos de reducir las emisiones de CO2, pero eso sí, los anuncios de coches son cada vez más verdes... y más engañosos (si quieres denunciar tu indignación por ello, a los fabricante de coches, pincha aquí).
¿Queremos un futuro libre de petróleo? Es hora de que el Gobierno muestre esa supuesta preocupación por el cambio climático y se oponga de frente al destrozo que Francia y Alemania quieren hacer de la primera legislación para reducir las emisiones de CO2 de los coches. A ver si, por una vez, sale ganando el clima y no las grandes empresas.
Sara Pizzinato, responsable de la campaña de Transporte