Cuando 35 activistas de 6 países diferentes, se arriesgan a tener que lidiar con la seguridad de un organismo como el Parlamento Europeo en Bruselas para poner 3 pancartas, es que el mensaje que tienen que entregar es realmente importante.
Y esto es justamente lo que, esta mañana, ha pasado en los edificios en los que están reunidos Rajoy y sus homólogos europeos para debatir, entre otras cosas, el futuro energético y climático de Europa.
Y como las agendas en estos eventos son complicadas y no es fácil que te reciban, para que el mensaje llegase, nuestros escaladores han dejado bien claro el mensaje en las pancartas desplegadas. En ellas se podían ver las caricaturas de los líderes europeos dirigiéndose a toda velocidad a un acantilado en una limusina patrocinada por algunas de las empresas europeas de energía más destructivas para el medio ambiente (para que digan que no somos sutiles).
Es que a veces parece que la sutileza no basta. Especialmente cuando las decisiones de nuestros líderes siguen el camino más ilógica. La Comisión propuso unos compromisos muy poco ambiciosos para que sean adoptados en Europa hasta 2030. Lo bipolar de toda esta situación (si me permiten la expresión) es que un estudio de la propia Comisión Europea dice que cuanto mayor sean los objetivos más beneficio traerá a la economía, a las personas, al medio ambiente y a la independencia energética.
Y no es que nuestros líderes locales tengan más coherencia. En las aportaciones de España al borrador de conclusiones de esta reunión que finaliza hoy, el Gobierno español explícitamente elimina (o sea tacha, así literal) del texto el concepto "eficiencia energética" (las renovables ya ni aparecían). Y para seguir en la línea, nuestro gobierno propone bajar el nivel de ambición de los objetivos climáticos y energéticos y solo los deja en “alcanzables” (otra vez, literal).
Otro punto muy grave es que específicamente rechaza que los objetivos de 2030 estén alineados con los de 2050 (80-95% de reducción de emisiones). Y esto es grave porque de esta manera no me tengo que preocupar si mis objetivos para 2030 son muy bajos y no me van a dejar alcanzar los del 2050. Es como conducir un coche con una venda en los ojos.
A la hora de apoyar las interconexiones (que estaría bien que apoyase a las eléctricas si fuese para que podamos exportar energías renovables) también apoya las interconexiones de gas con la idea de poder vender el gas que viene de proveedores externos y pasa por España. Vamos, que seguimos apoyando la dependencia del exterior en vez de fomentar lo que realmente nos hace independientes: las energías renovables.
Así que esperemos que les haya llegado nuestro mensaje y al cierre de esta reunión, los líderes europeos se lleven de tarea para casa repensar el futuro energético y climático de europa. Todavía les queda una opción para hacer las cosas bien.
En octubre es cuando se toman las decisiones definitivas, a ver si esta vez sí optamos por una independencia energética real de la mano de las energías limpias y la eficiencia energética. Y para que no tengan que trabajar durante las vacaciones, desde Greenpeace le hemos hecho un informe de cómo hacerlo bien.