Escribo estas líneas cuando se cumple el 23 aniversario de la catástrofe de la central nuclear de Chernóbil. Aquel 26 de abril de 1986 cambió de manera dramática e irreversible la vida de cientos de miles de personas.
En medio de la actual campaña de promoción de la energía nuclear, el aniversario de Chernóbil debía pasar desapercibido... así ha sido. Apenas si se ha publicado alguna referencia en la prensa española. Vaya desde este blog el sencillo homenaje y recuerdo a los miles de víctimas de aquella tragedia. Muertes silenciadas, acalladas y escondidas para no molestar el despliegue propagandístico de la industria nuclear.
Vidas truncadas, torcidas, destrozadas desde antes de ver la luz por la radiactividad liberada en aquellos días. El drama de Chernóbil continúa hoy con la negación de las consecuencias: nada hay más duro para una víctima que le nieguen la condición de tal.
De los centenares de miles de "liquidadores" que participaron en aquel monumental despliegue humano que trató de hacer frente al accidente han fallecido miles como consecuencia de su exposición a la radiactividad. Pero las cifras de muertos y damnificados se encogen falsamente en las estadísticas oficiales, para que no sean excesivas, brutales... reales.
Una brizna de esperanza para aquella gente es la generosa acogida que los llamados niños de Chernóbil reciben por parte de decenas de familias solidarias en España. Cada año reciben en nuestro país un cariño que trata de paliar su injusto sufrimiento.
Aunque a veces lo parezca, no fue una pesadilla. La catástrofe de Chernóbil ocurrió. Y nunca la olvidaremos.
Juan López de Uralde, director ejecutivo de Greenpeace España