La Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales (SEMARNAT) ha reconocido que cometió un error al autorizar el megaproyecto turístico de Cabo Cortés. En una iniciativa positiva, ha declarado nula la autorización de impacto ambiental que antes había aprobado, lo que puede interpretarse como una respuesta a la presión ejercida por Greenpeace, Wildcoast, y el Centro Mexicano de Derecho Ambiental (CEMDA), entre otras organizaciones. Este paso es positivo, pues supone reconocer un error. Sin embargo, es insuficiente.
En lugar de cancelar totalmente el proyecto por su potencial impacto sobre el medio ambiente, la SEMARNAT ha encargado a una de sus propias dependencias (la Dirección General de Impacto y Riesgo Ambiental, DGIRA) que vuelva a evaluar el proyecto y proceda en consecuencia. Esto, a nuestro juicio, significa darle autorización para que lo modifiquen y aprueben según lo que quieran los proponentes del proyecto, lo que no es aceptable. El proyecto debe ser cancelado en su totalidad.
El megaproyecto Cabo Cortés es promovido por la empresa española Hansa Urbana, una de las protagonistas del “ladrillazo” que se ha perpetrado en los últimos años en España. Cabo Cortés se edificaría sobre más de 3.800 hectáreas, con 7,5 kilómetros de playa privada, puerto deportivo de 490 amarres, dos campos de golf, aeropuerto, etc. Contaría con más de 30.000 habitaciones de hotel y 5.000 viviendas para los trabajadores. Es decir, una capacidad casi igual a la de Cancún.
Pero aparte de sus monstruosas dimensiones, el proyecto debe cancelarse por su ubicación. La superficie donde se quiere construir es limítrofe con el Parque Nacional Marino de Cabo Pulmo, un lugar que es Patrimonio Natural de la Humanidad según la UNESCO, y un ejemplo de conservación y recuperación del ecosistema marino, en México y en el mundo. Cabo Cortés podría provocar daños irreversibles sobre el arrecife de coral. Además, la comunidad de Cabo Pulmo, que vive del ecoturismo, se opone frontalmente al proyecto.
La decisión del Ministerio va en la buena dirección, pero no es suficiente. Este proyecto debe ser cancelado en su totalidad, y deben ser las autoridades mexicanas las que tomen esa decisión ya que Hansa Urbana no va a tomarla por sí misma.
¿Un ejemplo? Han enviado a un conocido ambientalista y político mexicano a “mediar en el conflicto entre Hansa y Greenpeace”. Hasta donde nosotros sabemos, aquí no hay un conflicto entre Hansa Urbana y Greenpeace, sino entre un modelo de turismo masivo y descontrolado, con ganancias de corto plazo para unos pocos, y un turismo sostenible que genere beneficios de largo plazo para todos y para el medio ambiente. Éste es el verdadero conflicto que plantea Cabo Cortés.
Ya somos más de 9.300 personas las que hemos pedido a la empresa que cancele Cabo Cortés. Si quieres ayudarnos a ser más, pincha aquí
Mabel González Bustelo, campaña de Conflictos y Medio Ambiente